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Mostrando entradas de marzo, 2014

Suite oftálmica

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Una válvula o tubo de vacío Permite realizar operaciones de coma flotante En cualquier caos Y con cualquier sistema operativo El poema con jeta Ural Es la conjetura que pone en funcionamiento El sistema operativo de ese visor-trinchera llamado Web Escribir para no beber O beber para no escribir Son una ebriedad de antología Me pareció verte anoche Cerca del bar Melodía Cerré los ojos  llorando No era yo tu companía

Relieve

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Y de repente en el medio de la noche algo se movió Saladero tejido por una araña enorme Al costado de mi cama Un salvaje unitario rumia humedad tóxica                                                            “ La muerte no es el final Es apenas el medio De un todo que no tiene principio ni final Es la pena que el zorzal Anidó sin miedo en su nido Triunfal” Eternos cocineros de nuestro festín diabólico Aceite hirviendo al budín inglés Batimos la clara oscura del huevo de la serpiente Y de repente en el medio de la noche algo se detuvo

No ser fuego y arder

Vino de fecunda  llamarada láctea Que el universo bebe con alevosía Este tinto,  pudiéndose llamar galaxia Prefiere llamarse melodía Frío, calor, verano, invierno Ocio, maleza, alevosía El color de la naturaleza es una paleta de ambrosía Solo tengo vida por delante Y por detrás, más vida todavía No es amanecer errante Amanecer durante el mediodía

Mataderos, frigoríficos y otros autos sacramentales

Anoche entró al restaurante un pibe, tendría 17 años o menos, se hizo servir en una bandeja comida para llevar, le faltaban los dos brazos. Yo comía solo en una mesa y un pensamiento inesperado me sorprendió. ¿Cuándo fue que yo perdí los míos? Coagulé la sombra en un agujero mientras el pibe se colgaba el paquetito con la comida en una especie de minicodo que le salía de uno de sus no brazos, le agradeció a la muchacha servicial del restaurante y se marchó. Lo sabroso del animal muerto que yo seguía masticando era lo sagrado de su voracidad amputada por el hacha del matarife antes del fuego. El cuerpo humano, con sus músculos atrofiados por la palabra y desordenados por el sueño, se atrofia atascándose como un murciélago en un nido de hornero. El vino espía y espera que me reúna con mis amigos. Cada hueso arma la descuartizada media res de mi ser calcinado. La vida es sagrada Y estar vivo es la ruina de esa sacralidad. 

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Morir en Lisboa  a los 47 años No es una nube Ni un pasaje desmemoriado entre el cielo Y la tierra Es silencio traducido al hermético Gas de la palabra Que el lector afantasma, sereno en su andar

Las piernas abiertas de América Latina

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Ni gozo ni sombra Apenas una herida que sangra al compás de la orilla Nunca azul de los cálidos ríos Que inundan de luz la voz que te nombra. Vino, ron, ginebra, tequila, cachaça Se acodan sobre un mostrador amoratado Soporte de fantasías animadas. Humo de marihuana alrededor de la jaula Fuente redentora de la música concreta El cemento es el barro que te excreta A través de una voz rufiana y aduanera. América enamorada Rehén soy de tu sangre liberada Que me entierren en tu cementerio club Será mi canción enarbolada

Pasaje inconcluso

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…obligado a huir de Alemania en 1933 por el relieve del fascismo, Benjamin hizo de París su base, hasta que el estallido de la Segunda Guerra Mundial y sus secuelas hicieron insostenible su presencia allí. La Gestapo, alertada del tenor antifascista de sus escritos, solicitó la expatriación de Benjamin en febrero de 1939; el 3 de septiembre de ese año Francia le declaraba la guerra a Alemania y ese mes, los alemanes que residían en Francia fueron internados. Benjamin fue enviado a un campode internación en el pueblo borgoñés de Nevers, pero fue liberado hacia fines de noviembre, gracias a la intercesión de amigos. Regresó provisoriamente a París y a sus investigaciones, permaneciendo allí hasta junio de 1940, cuando debió abandonar la capital francesa, dejando atrás sus preciosos manuscritos al tiempo que las tropas de Hitler rodeaban la ciudad luz. Cruzó los Pirineos a pie, como inmigrante ilegal, aunque con una visa legal para los Estados Unidos en su pasaporte, en la esperanza

Cenizas y aire fresco

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Busco a una amada que está enterrada en mi corazondad y encuentro la llama de un incendio pagano quemándome vivo. Qué es la historia de la humanidad? Y quién la cuenta? Muchos, dirán varios Quién? diré yo, en mi orfandad.

Manos de memoria

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Nunca me había tocado estar del otro lado, del lado de los que hablan, de los que exponen, de los que disertan y  multiplican una idea en la comunión del encuentro, nunca por lo menos en la feria del libro de Buenos Aires. Y al lado mío, imagínense, Hebe y al lado de Hebe, Osvaldo y al lado de Osvaldo, María del Carmen y a mi izquierda, Ulises. María del Carmen Berrocal fue una de las responsables de escuchar y organizar las denuncias y testimonios de sus compañeras y que luego formarían parte del libro “Las manos de las Madres”, una obra que contiene relatos y documentos que componen el archivo de las Madres, con relatos que las propias mujeres contaban al ingresar a la Asociación , respecto de qué había pasado con sus hijos, en qué circunstancias habían desaparecido y otros datos sobre el funcionamiento del terrorismo de Estado durante la última dictadura. Prensa Madres documentó aquella jornada. http://www.madres.org/navegar/nav.php?idsitio=5&idnota=7562&idin