Poemas bajo cero

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Mi abuela Delia nació en 1894. Un poco antes de cumplir los 100 años decidió escribir sus memorias. Son páginas manuscritas llenas de sutilezas donde su añeja mirada reflexiona sobre su pasado. Cada frase carga una potencia inusual porque son observaciones de una mujer prácticamente analfabeta. El espíritu fue su gran aliado. Aquí la primera parte de sus memorias Quisiera despertar mi mente para llevarla al más alto estado del pensamiento humano. Trataré de hacer un resumen a fin de que mis hijos puedan leer la historia de mi vida mientras estuve en la tierra. A través de mi mente voy recordando lentamente lo que va dictando mi pensamiento. Empezaré así: Cuando tenía diez años mi madre y una tía, Juliana Rolón, me llevaron a un colegio de pupila, el Hermanas de San José. La dueña era la Reverenda Madre Camila Rolón que en ese tiempo ya tenía 33 colegios fundados. Como era parienta de mi abuela y de mi madre, ellas pensaron que que iba a estar bien y no se equivocaron. Pasé una infa

pregunto por vos como si me faltara el aire tu presencia se pega a la superficie pincelada infinita donde la mesa se altera y se sustrae  el piso se llena de polvo, de óleo, de musgos y los animales se esconden en el patio la democracia es un sistema corrupto, la política no vivimos en dos tiempos diferentes al mismo tiempo somos una pintura sin lenguaje geometría inconclusa de la revolución   soledad sacramental en la cama y en la calle "aunque tus labios se resistan, nunca dejes de cantar" te dijo esa chica tucumana en lo del tano cabrón podía haber dicho boca pero eligió labios. Claro, hablaba de vos  que haces de ellos guarida de palabras y no de sonrisas tapiz profético el celo de tu voz  candombe magnético que estalla en el sueño mientras lucian freud nos pinta la cara

el sueño de verte, la realidad de perderte, gemma arterton, tus piernas, caminar sin nada, un poema de diana, desensillar hasta que aclare, marie, katy, patricia, a vos no te puedo nombrar, cercos del escenario teatral, tu casa tan acostumbrada a las palabras, la mía rota de silencio, buenos aires, el desdoblamiento inevitable de todo, la conmoción de leerte, los pañuelos, mónica antonópulos, el tiempo humillante, tus pasos subiendo la escalera, la araña que me vigila, el vino y su injusta medida, tus besos saben que los míos besan, sylvia plath, esa chica del subte leyendo a rabelais, el conurbano, las bombas del 55 y mi vieja embarazada, floripa, la dramaturgia de batato barea, mis gatos, tu cintura, el fluir de shakespeare ensangrentado, las piñas de ringo, flores negras, las cartas de rodes, grace cosceri, madame bavlasky, el olor del pan saliendo del horno, un piano en cualquier lugar, tu voz entorpeciendo a los carceleros, lohana y lucía explicándome eso de la vida privada y lo p

Suspirando por las alcobas

Esta calle cualquiera, tiene como cualquier calle, al menos una salida. Desde el punto de vista del observador, esa salida podría ser también una entrada, pero esta calle en particular es diferente. Esta es la calle que me lleva al río. No voy a dar detalles de su localización o nombradía porque la encontré, hace ya unos cuantos años de forma casual, casi secretamente, como suele pasar cuando uno está buscando algo pero en realidad desea encontrar otra cosa. ¿Y a que parte del río me lleva esta calle sobriamente arbolada? A una playa abierta que tiene uno de los panoramas mas asombrosos para ver todo el sur de la ciudad. Desde el tembladeral de edificios nuevos llamado Puerto Madero hasta los barrios periféricos que se hunden bajo la niebla del humo urbano. Es un lugar único, que ha permanecido en soledad durante mucho tiempo y que, vaya a saber porque destino, no ha sido aún vendido, privatizado, loteado o enrejado por el intendente de turno. Un sitio donde el aire puro asombra

No me digas lo que tengo que hacer, maja mia Mejor dime como deshacer las migajas de tu amor Que ya es mediodía Vaciándose sobre tus macetas recostadas en el patio El sol desnubla la ira del río que crece Nosotros, aferrados a una madera que alguna vez fue cama Nos besamos hundidos meneando lenguas barrosas Y nos decimos adiós sin palabras Así es el diseño de la luz Lo inunda todo y no se lleva nada