Hasta el próximo verano

Encontré en el final del estío un apacible lugar donde el río abraza a estos árboles que parecen haber nacido mucho más allá del horizonte pero que nacieron acá, en estas nervaduras sureñas.
Porque no hablar de estas cosas en mi libro, pensé. Contar sobre el viento desbordado acariciando el arrecife imaginario, la línea de arena ribereña que marca el detalle de la orilla, las personas que se acercan a tomarse unos matecitos bajo la sombra de estos amigos, los pájaros siesteros, la sombra de silencio que se quiebra solo con el movimiento de las hojas, las piedras antiguas trayendo huellas del pasado…pero sería en vano. La naturaleza no es un mecanismo que pueda ni deba ser descrito salvo por quienes acuden a ella para examinar sus secretos o clasificar y catalogar sus características.
Esto que yo siento es otra cosa. Es como un adiós un poco inconcebible, un poco rencoroso pero lleno de gratitud en estado salvaje.
Los libros no fueron hechos para sangrar y yo sangro. La vida no fue puesta en nuestras manos para vaciarla sino para llenarla de amor.
Cuanto tengo que aprender todavía, cuanta calle me falta caminar aún, cuantos libros debo leer antes de pensar en escribirlos yo, cuantas palabras me quedan por soñar.
Hasta el próximo abrazo, árboles del sol y de la noche
Hasta la próxima sombra, poema peregrino
Hasta el próximo verano, hermana plenitud







Comentarios

Entradas populares de este blog

Del buen amor y otras desdichas