Ninguna oscuridad

No queda nadie ahí afuera, se metieron todos adentro
Adentro de las tormentas de verano
De los ojos rojos
Del bulímico esqueleto del cine dinamarqués
De las experiencias con las palabras
De la estética merodeadora
De los que te expulsan para cuidarte
De los que se inmolan mirando un paisaje
De los que te pagan para mentir
De los que te pagan para decir la verdad
Del sueño territorial
De la metástasis poética
Del infierno musical
De los cadáveres exquisitos
De la noche eterna
De la fe meridiana
Del rock, del tango, del swing
De la paja futbolera
No queda nadie ahí afuera, se metieron todos adentro
De los teatros
De los tablados
De las radios perfumadas
De los cuentos apestados
De las miradas serviles
No queda nadie ahí afuera, se metieron todos adentro
Se entregaron
Se estafaron
Se cuidaron demasiado para no morir de cáncer
Se cuidaron demasiado de no consumir gente tóxica
Y ahora murmuran, desclasifican
Ronronean sobre los pasillos
Blasfeman como traidores
Quisieron proteger sus cuerpos con mantras insidiosos
Plantaron árboles al lado del camino
Escribieron y estropearon palabras amadas
Abrieron libros que nunca terminarán de leer
Porque se volvieron ciegos, ciegas
Buscando una luz que estaba afuera
Congelada como toda luz que no nació para alumbrar ninguna oscuridad
Un irreductible horror vendrá a increparlo todo
Asesinará a un puñado de travestis
Enmarcará lo femenino en cápsulas biodegradables
Y me clavará en el corazón una aguja de coser

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