Dejarte ir

Ahora que cada palabra es una promesa, ahora que todos te miran como si fueras extranjero, yo te ofrezco un abrazo indolente, profético.
Si el corazón de la noche te escribe una carta, ábrela en silencio y léela junto a la tibia luz de una lámpara. Todo lo que venga después tendrá el ulular sabor del fuego y el amanecer


Comentarios

Entradas populares de este blog

Del buen amor y otras desdichas