Sister Yaya

¿Cuándo uno aprende a vivir? le pregunté a mi hermana Yaya, sospechando que me iba a responder, "Cuando se tiene un hijo", pero no, me sorprendió diciendo, "Cuando uno se enamora".
Ella es una mujer extraña, un calco de Frida Khalo pero con todos los huesos en su lugar. Siempre inmersa en su mente, en el cáliz hereje de su lenguaje, en sus santos lienzos.
Mi hermana no tiene perfume de mujer, no viaja en taxis, no le interesa el abismo. Es una actriz frustrada, una experta en whiskys, autopistas, veleros, pinceles, crucigramas y budines con harina integral.
Si fuera un pájaro sería un ave de presa, si fuera una cosa sería una navaja, si fuera una serpiente sería todas las cobras.
Fue una bruja quemada por la inquisición y una de las prostitutas asesinadas por jack el destripador. Mi hermana no solo murió en la hoguera sino que además hizo un pacto con el fuego.
Su mirada quema, me dijo un día mamá.
Hace unas semanas terminó de pintar un cuadro que se llama Mi hermano el ventrílocuo. Nunca le pone títulos a sus cuadros, pero a este lo subrayó. Es un autorretrato al óleo, hiperrealista, con pinceladas profundas y tonos rojos, ocres y violetas. Su rostro parece estar despertándose de un mal sueño o extrañando algo perdido. Cuando lo miro, su imagen me devora, me interpela en el más allá.
Anoche me llevó al Museo de Bellas Artes a conocer el retrato que Rembrandt le hizo a su hermana, Lisbeth van Rijn. Quedé petrificado, era la misma mirada de Yaya.
Mi vida sin mi ella hubiera sido una trampa, un salto al vacío, una película idiota.
¿Por qué le pusiste ese nombre al cuadro?, le pregunté. Porque de no haber nacido me hubieras tenido que inventar, dijo sin pestañear.
Cuando la veo pintar y tengo el privilegio de presenciar sus movimientos, pienso que algo mío se funde allí, se libera de la muerte, se hace naturaleza, se mimetiza y se fija al perverso resplandor de la oscura bondad del amor.
Y no se si soy feliz, pero ¿qué importa?. Soy paisaje demorado en la luz, sombra de un pacto caliente, materia viva.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Del buen amor y otras desdichas