La ciudad de las catacumbas

 La ciudad de las catacumbas

1

Marcel Duchamp vivió en Buenos Aires entre 1918 y 1919, en la calle Alsina 1743, muy cerca de la radio de las Madres de plaza de mayo, Am 530. Los motivos de su visita son objeto de varias hipótesis. Un antecedente del conocimiento que tenía el artista sobre Buenos Aires fue cuando vio, en 1912, la versión teatral de novela del escritor francés Raymond Roussell, Impresiones del África, adaptada por el propio Rousell. En ese texto, un barco que viaja a Buenos Aires naufraga en África.                                                                                                                     En Buenos Aires, Duchamp creó tres obras: un "ready made" que regaló a su hermana, "El Pequeño Vidrio", un estudio de una de sus obras más importantes, "el Gran Vidrio" y un trabajo óptico. Su atelier estaba ubicado en Sarmiento 1507, lugar donde hoy se emplaza el Centro Cultural San Martín. Dice haber jugado mucho al ajedrez, todas las noches, para lo cual se afilió a un club especializado. En su correo se queja de la chatura cultural de la ciudad. Explica que los pintores argentinos son jóvenes de buenos modales, que no tienen atelier y viven en las casas de sus padres. Tampoco le gustaron las galerías de arte, aunque al principio parecía que había llegado a un acuerdo con un par de ellas. En alguna carta describe la ciudad como la réplica de muchos lugares y que los porteños son machistas, insolentes, estúpidos, poco curiosos y arrogantes.                                                                                       ¿Cuál fue la razón que lo indujo a venir hasta aquí? Un viaje en barco hasta el fin del mundo, en 1919, sin un propósito determinado.                Es extraño`pero la asombosa Falconetti, actriz que interpretó a Juana de Arco en el film de Abel Gance o los escritores Eu­ge­ne O'Neill, Ru­bén Da­río, Law­ren­ce Du­rrell, Federico García Lorca, Juan Carlos Onetti o Wi­told Gom­bro­wicz, entre otros, no pudieron evitar el hechizo de vivir Buenos Aires, el encantamiento de perderse en sus calles. A Duchamp no le pasaba lo mismo. Su fascinación eran los árboles y sus bares, no las calles ni su gente o sus cúpulas.                                                                           Hoy la ciudad está moribunda, sucia y empobrecida. Todos quieren irse de este hermoso arrabal sin luz y sin ternura poética. Salvo que un puñado de locos, casi todos artistas, músicos o criminales del tedio, que están dejando la vida haciéndole respiración artificial a nuestra orilla del plata que agoniza. 

2

Meses después del último recital que vi de Invisible, allá por diciembre 1976 en el Luna Park de Buenos Aires, me embarqué en una lancha Cacciola hacia Carmelo, República Oriental del Uruguay, con destino incierto. Era abril de 1977 y yo, desertor del Ejército Argentino. 

De Carmelo me fui a Montevideo, de Montevideo a Porto Alegre, de Porto Alegre a Sao Paulo, de Sao Paulo a Río de Janeiro.

Cuando la plata se esfumaba y aumentaba mi soledad, alguien me dice heber visto artesanos argentinos en la plaza de una isla que tenía una higuera centenaria. Florianópolis. 

Era verdad. Na "Praça XV", argentinos, uruguayos y algún chileno mostraban diversas orfebrerías a una población amable, tranquila y sosegada. Así eran los habitantes de Florianópolis en aquellos años 70. Empecé a trabajar junto a ellos, a conocer el sortilegio de sus playas y la intimidad de un lugar nuevo que se abría delante mis ojos.

Una noche sedienta, en el único lugar que permanecía abierto hasta la madrugada, (o Roda bar), veo a un muchacho tomando cerveza y leyendo un libro sobre Picasso. Me acerqué y empezamos a charlar. Era Sergio Bonsón, pintor y caricaturista del diario más importante de Santa Catarina, o Jornal O Estado. Hablamos, bebimos y él conjuró publicar en el suplemento literario del diario dos poemas que yo había escrito unos días antes: Marte en el fuego y Fuerzas de la naturaleza. Me invitó a encontrarnos al otro día en la calle Hercílio Luz "donde uma combi pasará para llevarnos al diario". Nos despedimos en un estado de solemne ebriedad con un afectuoso abrazo. 

A las cuatro de la tarde del día siguiente, con la resaca vencida, me presenté en el lugar indicado. Y allí estaba él, de remera y pantalón corto. "Que bom ver você", me dice, con una franca sonrisa dibujada en su boca. Fuimos al diario, me hicieron un reportaje, me sacaron unas fotos y mi vida se transformó para siempre.

Así se resolvían las cosas en aquellos tiempos en floripa. Con la palabra.

Marte en el fuego

cuando la casa ardió

yo miraba mi casa arder

gozaba el espectáculo de sentir el fuego

sobre la mesa

devorando los baúles arañados

del sótano siempre prohibido

siempre ausente

corrompido por los años que no tuve

veo la lucha

perfectas llamaradas

imagínenme

riendo hasta el absurdo

el fuego de mi vida unido a él

peces

alaridos

y los perros lamiendo carne

calcinada de la heladera negra

amé el incendio

y lo bebí

como bebo el deseo irreparable

en la medianoche del bloqueo

de pie

3

El arte de hacer pan era  cultivado por mi abuelo  Sebastián Ballester Mascaró, anarquista nacido en Palma de Mallorca. Le decían el Catalán, llegó al puerto de Buenos Aires con su oficio bajo el brazo y hasta bien entrada la tarde de su vida trabajó de panadero.

Recuerdo un libro de Rodolfo Walsh, Los oficios terrestres, de 1965, seis relatos encabezado, ni más ni menos, que por "Esa Mujer", cuento considerado uno de los mejores de la literatura argentina. 

Para hacer buen pan también es necesario  mezclar proporciones y saber establecer medidas.

El segundo texto del libro de Walsh es ‘Fotos’, la relación de amistad entre Jacinto Tolosa (hijo de un viejo estanciero y político de la provincia) y Mauricio Irigorri, un muchacho que busca el motivo de su existencia devorándose la vida. Walsh demoró siete años en escribirlo. ¿Se imaginan en la mente meticulosa y precisa de un panadero, conocedor como pocos de las leyes del fuego, entender que alguien necesite todo ese tiempo para hacer una sola cosa?

Sin embargo, en esta mañana pandémica, mirando por la ventana el mundo descansar, pensé en mi abuelo Sebastián y en Rodolfo (que hoy 9 de enero cumple 95 años) como si fueran la levadura de un mismo amasar, partitura de una misma canción, devaneo de un susurro entre los surcos de la vida. 

Ninguno de los dos hacía ostentación de nada pero los empardaba un fino sentido del humor.

Y a la hora de usar sus manos para la tarea fina, uno las enharinaba, el otro las entintaba, o sea, ambos las enaltecían. 

¿Habrá entrado alguna vez Walsh a la panadería donde laburaba mi abuelo, en Villa Urquiza? ¿Se habrán cruzado en la calle, en algún vagón del tren? Quién sabe. Sus cuerpos pueden no haber coincidido pero sus espíritus, seguro que sí.

El pan y la escritura, levadura de un mismo sueño que ellos llamaban revolución.

4

El corazón de Buenos Aires ocultó un gigantesco depósito de obras robadas por los nazis. ¿Donde? En la prestigiosa Galería Wildenstein, ubicada en una de las zonas más importantes y concurridas del centro de Buenos Aires: Avenida Córdoba 618. (Antes estuvieron a pocos metros, en el  914 de la calle Florida, que por mucho tiempo reunió a lo más selecto del mundo del arte latinoamericano. 

En el 2009 la galería fue epicentro de varias pesquisas oficiales tras un anónimo que llegó a las autoridades, en el que se aseguraba que “en su interior permanecen obras pictóricas por las cuales fueron confiscadas ilegalmente por los nazis a los judíos europeos". Al poco tiempo el denunciante salió del anonimato: se trataba del ciudadano argentino Miguel Lawrence, quien decidió ampliar su testimonio.

En las declaraciones juradas que hizo ante las autoridades, Lawrence se remitió al año 1973, mencionó al gerente de la Galería (Lupo Stein) y a uno de sus amigos íntimos (André Spery) y dijo haber visto en casa de este último varios cuadros “que eran de museo”, firmados por Cézanne, Boudin, Vlamick, Bonnard y Dufy, entre otros artistas reconocidos. A la galería le quedaban en ese momento pocos años en la calle Florida.

Lawrence explicó que sabía que el depósito de la primera sede estaba en el sótano, mientras el de la galería de la Avenida Córdoba estaba en el primer piso. También resaltó lo sospechoso de que a pesar de haber sido abandonada le hicieran un cuidadoso mantenimiento, pues según él, por esos días la fachada acababa de ser pintada.

Todo está muy bien contado en el libro “El Silencio es Oro: tráfico de arte durante el nazismo en la Argentina” de Daniel Schávelzon, editado por Olmo Ediciones, en 2017.

La familia Wildenstein no es la protagonista del libro y sólo es mencionada tangencialmente pero sí queda planteado que a pesar de sufrir con la política de saqueo y de ser judíos y haber tenido que huir a Estados Unidos, los Wildenstein no se vieron obligados a cerrar su galería en París durante la guerra (como las demás familias) y siguieron enriqueciéndose con el comercio de cuadros adquiridos o vendidos por marchantes, que luego fueron plenamente identificados como nazis o autorizados por el régimen, aunque no pudiera comprobarse que las obras habían sido efectivamente robadas o confiscadas.

Finalmente, la causa judicial, (que está abierta) llegó a manos del mediático juez federal Norberto Oyarbide y nunca progresó. Seguramente jugó en contra que denunciaba hechos que habían ocurrido 40 años atrás, lo que hacía que para la justicia fuera muy difícil investigar si efectivamente había obras robadas por los nazis en el local de los Wildenstein en Buenos Aires y muy difícil de creer que si así había sido, todavía se mantuvieran en el lugar.

Lo que se dice un clásico de la justicia criolla

5

A veces me siento otro, como si mis años se duplicaran y una fuerza extraña se hiciera cargo de mis piès tornàndolos pesados, sin gravedad, casi inútiles. Pero de repente, un simple detalle, una empatía repentina, un hecho poético que llega sin explicación alguna, me transforma y salgo a la calle a fotografiar el mundo en sus mìnimos detalles, a mirar la inmensa ciudad, vacía de rostros y gestos, como un niño que se deja deslumbrar por la hormiga que trepa una pared y se pierde en algùn vericueto imposible. Esa energía que vuelve a meterse en mi, por obra y gracia del asombro y la curiosidad, me salva del olvido y la cuarentena. Del oxímoron y de la metáfora no me salvaré, porque he nacido en Buenos Aires, la ciudad que fotografió Horacio Coppola, la misma que bombardeó la marina y caminaron las Madres, aquella que no sabe morir porque nació para ser amada, cantada y destruída, una y otra vez.

6

La realidad es imposible, cabe en un naufragio, en una pincelada anónima. Sin embargo, capturada en un recuerdo, prisionera en una foto, estalla. De las esquirlas nos protegemos, olvidando.

Pero por suerte, no hay tumba para un recuerdo

Dice Cortázar que las palabras pueden llegar a cansarse y a enfermarse como se cansan y se enferman los hombres y los caballos, y agrega: “Hay palabras que a fuerza de ser repetidas, terminan por agotarse y pierden poco a poco la vitalidad que las sostenía”

En la plaza de mayo hay un olivo, plátanos, palmeras, tipas, jacarandaes

Un paraje olvidado que se llamó "el hueco de las ánimas"

Cierta luz rioplatense que foguea las tardes de invierno

Una apacible bruma otoñal que desdibuja cada sudestada 

Palomas porteñas, una pirámide que las bombas no volaron

Dos fuentes para que el pueblo refresque sus patas

Puteá, pateá, protestá, no fumés lo que no quieras fumar, escuchá a tu perro, dale agua fresca a tu gato, acariciale la cabeza a tu vieja, comprate un pasaje a cualquier color que caiga del cielo, leete un libro, dos libros, tres libros, subí al sótano, bajá a la terraza, quemate en el fuego de la memoria.

Hacer política, dice, es tan maravilloso como hacer el amor, dice, amen la política, hónrenla y no le teman a nada ni a nadie.

En cada diseño o desafío discursivo Hebe se supera; encara los públicos mas diversos, las plateas mas heterogéneas, los ámbitos menos envolventes con la solvencia de una experta en comunicación, seduciendo a propios, ajenos y entenados. 

Lo hace con dogma, improvisación y disciplina, manejando la tibieza y la temperatura de cada palabra como un panadero amasando su harina o un artista pintando la ciudad.

7

Mi gato mejoró. 

Algún Dios despierto escuchó el clamor de un grito de inocencia, como dice Luis Alberto. Recuperación con lucidez y firmeza que, advierto sin melancolía, ustedes sabrán recibir y acompañar.

Me siento aliviado como si el hecho hubiese afectado también mi ánimo.

Son esas cosas del estremecimiento. Fuerzas encontradas del bien y de la luz. 

Cuerpos que se manifiestan testigos de la osadía y el encantamiento. Danza que expulsa el cerco avaro e inmóvil del castigo. 

Ya no hablaré más sobre mi amigo Martín Cardetti. 

Que el curso siga su río.

Yo escribiré sobre las olas y sobre las calles de mi ciudad, que es donde navego.

Siempre en barcas pequeñas que son las mejores a la hora de la inundación.

8

el viento cruza los muebles, 

se monta sobre la mesas, 

indaga en los papeles todo lo que se haya escrito sin su bendiciòn.

algo muy particular pasa con los diarios y el viento, se rechazan. lo impreso en la piel bucea curvas pronunciadas como cuando miramos el cielo sin ubicación preferencial, 

por eso el viento prefiere no leer los diarios.

la ciudad está desocupada. 

hay que estar muy atentos, sobre todo si uno camina por cierto pasaje donde

los pájaros son de una inquietante leveza, como cuando soñamos con personas muertas.

volviendo a los árboles, 

Tom Jobim sabe de que hablo, uno se menea entre tantas hojas llenas de tapires,

balbucea palabras sin acentos, 

rompe el distanciamiento de todo lo que no sea meditación y alevosía.

los incendios exilian y exterminan la terca mirada del oso que habita en mi, 

suave ronroneo que se quema en el dulce  despertar de las inmensas olas secas.

nadie que ame volar se lanza  descalzo al vacio.

9

Esta calle cualquiera, tiene como cualquier calle, al menos una salida. Desde el punto de vista del observador, esa salida podría ser también una entrada,  pero esta calle en particular es diferente. Esta es la calle que me lleva al río.

No voy a dar detalles sobre su localización o nombradía porque la encontré, hace ya unos cuantos años de forma casual, casi secretamente, como suele pasar cuando uno está buscando algo pero en realidad desea encontrar otra cosa.

¿Y a que parte del río me lleva esta calle sobriamente arbolada?

A una playa abierta que tiene uno de los panoramas mas asombrosos para ver todo el sur de la ciudad.  Desde el tembladeral de edificios nuevos llamado Puerto Madero  hasta los barrios periféricos que se hunden bajo la niebla del humo urbano.

Es un lugar único, que ha permanecido en soledad durante mucho tiempo y que, vaya a saber porque destino, no ha sido aún vendido, privatizado, loteado o enrejado por el intendente de turno.

Un sitio donde el aire puro asombra  y nos invita a pensar y reflexionar sobre el estado del alma de uno y sobre el estado desalmado de otros, que una vez más, al enterarse de injusticias temerarias ejercidas por el poder político al pueblo, vuelven a mirar para otro lado, aunque ellos también formen parte del pueblo. ¿Otra vez van a decir que no sabían, que no se daban cuenta de nada?

Aquí, en este lugar donde solo se escuchan los pájaros y el viento, me siento en paz con la vida que me ha tocado vivir y con las decisiones que me ha tocado en suerte tomar.

A veces pienso ¿Porqué casi nadie viene aquí?

¿Les provoca desconfianza el hecho de que no haya nada para consumir ni nada que pagar o simplemente desconocen estos recodos del camino?

Aquí leo, miro el cielo, y a veces canto. 

10

Levanté la cabeza y estabas ahí, fané y descangayada, en la esquina de Salta y Moreno. Buenos Aires es una ciudad llena de perros haciendo cagadas, túneles al río para contrabandear y casas muriéndose en el aire.

Las cagadas del perro se limpian, los túneles también, pero ¿y esas casas  llenas de fantasmas? ¿Esos aullidos que dejaron los abuelos? ¿Esas milongas rotas de sueños y alcohol?

Sigo caminando por una ciudad apestada de chusmas con la vergüenza de quien perdió todo menos su amor por una criolla que huele a tilo y a tango.

Esa es mi epopeya.

Mi vacuna se llama Perón. Mi destino es la furia. 

Soy un albañil construyendo  abismos en soledad, llevo un pañuelo blanco en la cabeza, mezclo arena que la vida se llevó con cal del futuro.

Y cuando no quede nada de lo que fui en la memoria de nadie, tu recuerdo será la puerta del amanecer.

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No existe quien no lo haya mirado con admiración y curiosidad.

La idea fue de un inmigrante español llamado Rafael Díaz.

Tiene muchas historias, una de ellas dice que a partir de la construcción, al término de dos años, instaló en los laterales del chalecito, antenas de radio para tener en su propia emisora tandas publicitarias de la mueblería que él dirigía. Tras la regularización de la radiodifusión, vendió su antena, posibilitando las primeras transmisiones de LS5 Radio Rivadavia.

Más que un símbolo de Buenos Aires, es un paisaje interior de una ciudad que, con tanto dolor, vemos desaparecer entre los hierros oxidados de las mentes de aquellos que deciden su destino.

Pero él sigue allí, erguido ante tanta demolición, desde mucho antes que se construyera el obelisco, diciéndonos algo, casi en secreto.

Es un murmullo, una confidencia que nuestra sombra rápidamente interpreta y transmite. Es un ramalazo de actualidad a nuestro cuerpo social e histórico que, de un solo saque, como buen hijo del tiempo que es, lo transformará en poesía, en chamuyo y en tango.

"Me hubiera gustado filmar La caída, de Torre Nilson, claro. Interpretar el papel que la sublime Elsa Daniel dejó estampado para los tiempos, hubiera sido un desafío más grande que enfrentar a la asquerosa oligarquía argentina. Se que Beatriz Guido, aunque me odiaba, me hubiera entendido. Ella no era oligarca, apenas, como Victoria y Silvina, una vulgar aristócrata educada con todos los privilegios de clase que gozaban.                             

Otro sueño que no pude concretar fue la Ofelia de Hamlet. Yo lo amé a Perón como ella al sombrío príncipe. Ambas terminamos ahogadas por el poder, ella con su padre asesinado, yo con mi hermano. Su cuerpo fue enterrado por sepultureros que conocían el origen de las calaveras que aparecían en sus tumbas, el mío también. Ofelia conoció la felicidad carnal en el ostracismo de un castillo maldito, yo tuve felicidad carnal en una ciudad demolida por las bombas de la marina cipaya y traidora.                 

La eternidad es una opaca luz que unos pocos plebeyos ven cuando alguien ocupa nuestros cuerpos y se aferra a nuestro martirio, tan inutilmente".

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Estoy frente a la casa donde vivió sus últimos años, junto a su hijo Adolfo, Macedonio Fernández. 

Las Heras 4015, modesto edificio de 4 pisos frente al jardín botánico. 

No hay placa ni recordatorio alguno, pero observando bien encuentro en el interior de una ventana que da a la calle, un humilde recorte en forma de viñeta, sobre una placa de plástico pintada de amarillo que dice: "En la planta baja, frente A, vivió sus últimos años el insigne escritor argentino Macedonio Fernández. En su memoria, Estudios Lafinur". 

La sensación es ambigua, la casa donde vivió Macedonio es ahora una agencia de turismo. 

Donde sí hay una placa de importante y robusto hierro, es sobre una de las esquinas de Las Heras y Lafinur: "En memoria de Lafinur, hijo preclaro de San Luis. Poeta, guerrero y filósofo".

Al 2986 de Lafinur está el Museo Evita, notable predio donde funcionó el  Hogar de tránsito fundado por ella misma, con el objetivo de socorrer a las mujeres necesitadas con hijos. 

Mientras escribo caminando estas notas, una señora se trastabilla y cae en la esquina de J. M Gutiérrez, donde está el restaurant La Josefina.                                    No soy partícipe visual del hecho pero el ruido y sobretodo un ay! que rompe el silencio de esta mortecina tarde porteña, me dan sobre aviso.                                                               

Algunos metros más adelante noto que demolieron la hermosa casa de Fryda Shultz de Mantovani; cuentista, poeta, dramaturga y ensayista argentina, nacida en 1912, que estuvo casada con el escritor y pedagogo Juan Mantovani y donde, según cuentan  ciertas crónicas urbanas, se desarrollaban las mejores reuniones  literarias de la fauna intelectual argentina, sobre todo los sábados por la noche. 

En su lugar levantaron un adefesio de características inconfesables, como para certificar el insomne estado de putrefacción de nuestra clase dirigente, en la ciudad autónoma de buenos aires.

Me siento en un apacible bulevar de Cerviño y R. A. Siria. Es uno de mis recovecos preferidos. Disfruto el sabor del atardecer como una  melodía imperceptible que chorrea sobre mi corazón y que se deja oír como el doloroso perfume de una flor recién cortada. 

Pasa un colectivo y se pierde en el horizonte, como se pierden los recuerdos de una mujer amada.

A veces cuando tus manos aparecen, trémulas como una vieja canción en mis mejores sueños, vuelvo a sonreír.

Silvio Ruggeri y Cerviño, sobre la esquina noreste hay enorme fresco realizado por el taller de mural de la facultad de derecho. Están pintados con intensidad algunos íconos de Buenos Aires: el obelisco, el frente de una pinturería Rex, el planetario, unos pibes jugando bajo el sol, el frente del hospital Fernández con su reloj clavado en la 10. Entonces siento que esta será mi última observación escrita en este cuaderno. No volveré a insistir con estos apuntes hasta que algo o alguien  aparezca y sin ninguna premura  me invite a navegar con destino incierto hacia el fondo sepulcral de la noche

13

Acabo de tener un sueño muy loco con mi primera novia. lo voy a escribir antes de despertarme del todo porque sino, viste como son estas cosas, te olvidás.

Ella, Katy, venía por la calle Cabildo manejando una moto muy rara con sidecar. Ese día yo ya la había visto antes pero no pude gritarle porque fue todo muy rápido. (Esta escena fue real, una noche la vi pasar en una moto, sentada atrás, en la calle Corrientes, en un tiempo que estabamos peleados. Otra vez, en 1978, yo estaba de paso en Villa Gesell, era después del mundial del 78,  había venido clandestino de Brasil. Estaba, manejando un Fiat 128 de mi mi vieja y me pareció verla sentada en un bar. La reconocí primero por las manos, pero me agarró una puntada tan fuerte en el corazón que me paralizó).

Sigo con el sueño. Le grité, "Katy!". Ella se detuvo. Estaba en esa moto rara con su hija Eva y Titi, un amigo en común. Todos adolescentes, bellos. 

La situación es esta, el que sueña venía de hacer una mano de faso cerca del puerto de Buenos Aires y tenía que pasar a buscarlo en una hora, pero por alguna razón, estaba yendo a su casa de Villa Urquiza. Nos saludamos y como si ella supiera toda la trama me dice, "Dale que te llevo, nosotros vamos para ese lado". Y aquí comienza la mejor parte del sueño. Subo a la moto y enfilamos para el río. Allí veo, en la orilla, un bote de madera, enorme, alto, con una popa espectacular, parecido al auto que manejaba Penélope Glamour en aquellos dibujitos. El bote es de ella. Subimos. Katy agarra el timón, Eva se sienta a estribor, Tití (que siempre estuvo en cueros), a babor, y yo en la popa. Es un viaje rápido pero lleno de complicaciones. Si contara tres de las cosas que pasaron, tendría que armar otro relato. Llegamos a un viejo trapiche del puerto y para amarrar el bote tenemos que manipular con Titi unas maderas enormes. Falta una, "Es esa, la que compro Katy", me dice. Juntos la arreamos para que el bote pueda estacionarse en el trapiche. La ciudad, ahí nomás, pesada, enorme y silenciosa nos espera. Las olas del río todavía golpean el bote. Eva se para, Katy anuda con una soga la popa del bote en el trapiche y yo me despierto.

Antes de salir de la cama le escribo a Katy, que vive en Córdoba y le cuento el sueño.

14

Mi nivel de distracción cuando camino por la calle es alto. Cuando camino y cuando ando. Independientemente de lo que esté haciendo o hacia donde me dirija, tenga destino prefijado o no, soy, como era mi vieja Beatriz, muy distraido. Esa distracción es claramente producto de un devaneo, de una situación inclusive ajena a mi voluntad. Pero en estas idas y venidas siempre hay un encuentro fortuito, un choque frontal inesperado con alguien que, acasos y otras insolencias del azar, tienen siempre a la calle Corrientes como  testimonio y protagonista de esto que ahora les estoy contando. 

Recuerdo un encuentro con Patricia Ures, artista plástica maravillosa que conocí en Brasil en la década del 80 quien no me dejará mentir sobre el impacto que nos produjo ese episodio casi esquina Paraná. Fernando Romero, hermano brasilero que pasó frente a las vitrinas de Corrientes 1666, local que suelo visitar frecuentemente para saludar a mis amigos de Narrows (que auspicia este relato) y hacía siglos no veia. Ese encuentro con Totonho determinó mi penúltimo viaje a Florianópolis o con Luis Zarranz, en la esquina de corrientes y montevideo, que propició una cálida charla sobre temas que llevamos en el alma, o los dos encuentros con Ture Salvatore, breves, precisos y urgentes o con Atilio, que venía del Bauen fervoroso por la toma del hotel, o con mi querida Mercedes, hermosa, luminosa y triste por aquella noticia desesperada o ayer sin ir tan lejos con Fernando Aschkar, que iba hacia una sede de la Uni, después de la marcha Ni una menos.    

Ellas y ellos tal vez también estaban distraídos, no lo se, pero me dedicaron al menos una sonrisa cuando me vieron.

9 años le alcanzaron al macrismo para transformar a Buenos Aires en una ciudad desolada, esquiva e indiferente. Lo mismo está pasando ahora en todo el país.

Tengo la sensación de que hoy más que nunca todos nos queremos abrazar, también con aquellos que sabemos nunca más volveremos a ver entre otras cosas porque si alguna vez te hiciste el distraído y no lo estabas, tal vez la vida no te de otra oportunidad. 

No importa. La rueda es así, a veces mágica e imperceptible, otras litúrgica y vengativa. 

Mientras vos sigas caminando y él también será inevitable. Más temprano que tarde respiraran hondo el mismo aire, levantarán la mirada hacia donde todo confluye y volverán a encontrarse y a despedirse hasta la próxima vez

15

La misteriosa e imponente Iglesia de la Piedad de la calle Bartolomé Mitre esquina Paraná fue inaugurada en 1895. Las columnas del pórtico y las dos torres laterales definen su estilo neoclásico pero la enormidad del edificio se pierde al estar erguida en una calle tan angosta. Sin embargo cuando uno entra todo cambia y la experiencia florece. Allí reposan y descansan los restos de María Antonia de la Paz. Su tumba se encuentra por la mitad del lado derecho de la iglesia. Y digo sin ninguna ironía "descansan" porque ella supo caminar descalza desde Santiago del Estero hasta Buenos Aires. Cuando llegó a la ciudad fue apedreada, tratada de loca y tuvo que buscar refugio en La Piedad. Su historia es increíble pero no voy a contarla. Hoy es domingo. Día de fantasmas y resurrección

16  La tempestad se cogerá nidos (A la memoria de Ricardo Piglia)

En 1972 presencié tres recitales fantásticos de Pescado Rabioso en Buenos Aires. Uno organizado por Ocar Lopez en el teatro Olimpia, de Sarmiento 777 y otros dos, coproducidos por Miguel Grinberg y la banda: El primero en el mes de Julio, en el hermoso teatro Odeón de la calle Esmeralda casi Corrientes, demolido por sus dueños y el otro, también memorable, a las 11 de la mañana, en el cine Studio de la Avenida Santa Fe casi esquina Pueyrredón, hoy una larga heladería que mantiene caracteristicas medulares del  viejo y entrañable lugar.

El del teatro Odeón tuvo un sonido generoso y caótico, el público parecía tener una energía extra. En un momento del recital Luis Alberto recibe la advertencia de que si la gente no para de fumar van a cortar la electricidad del teatro. "Yo quiero seguir tocando, ustedes elijan", pide el flaco.

Era la época de temazos como Mensaje a las larvas, Suave nube dama, Pibe,  Chocolatinero, La fiebre paranoica, La tabla de nada y los clásicos Blues de Cris, El jardinero o Me gusta ese tajo..

Por suerte han aparecido algunas grabaciones muy interesante para rememorar esos shows y solo pensar que uno de esos aplausos tan generosos que se escuchan por ahí fueron producidos por mis propias manos, hace explotar al tiempo por los aires. 

La frescura de los solos y la madurez armónica del flaco, el temperamental Bocón Frascino, la siempre inspirada precisión de Black Amaya. 

Estamos hablando ni más ni menos que de la banda que arma Luis Alberto después de Almendra. 

En julio de 1972 yo tenía 16 años y no era sino Buenos Aires con su cofradía de artistas impresionantes quienes a esa edad me habían puesto en una órbita sin retorno posible a ninguna oscuridad.  

Poetas, músicos, actores, actrices, pintores devoraban las entrañas de una ciudad encantadora y temible. Todos ellos, herederos de un pasado de lucha vinculado con la censura y la proscripción, sentían que haciendo arte empezaban a romper esas cadenas que las oprobiosas dictaduras habían querido imponer sobre nuestro cuerpos.

El recital del cine Studio empezó a las 11 y media del la mañana y David Lebón, que había reemplazado a Bocón, apareció sobre el escenario con un vestido de mujer largo y suelto sobre sus pantalones. Recuerdo que cuando tocaron Dulce 3 nocturno el silencio en el teatro desarmaba las telarañas. 

Al finalizar el recital nos quedamos charlando con unos amigos sobre lo que habíamos presenciado, preguntándonos sobre quien era ese extraño 3 nocturno del que hablaba la canción..

Cuando me despedí de los pibes me cruce a tomar un café a El Olmo. En una mesa estaban sentados Luis, Cutaia, Lebón y Black, almorzando. 

Me acerqué con mucha timidez al flaco y le pregunté sobre esa canción. "Es un espectro que se me apareció en un sueño", me dijo, sonriéndome. 

Después en septiembre cumplí los 17. Pero esa ya es otra historia.

17

En 1972 había terminado de escribir una serie de poemas, el amor gemía frases suspendiendo toda gravedad pero la palabra impresa no estaba (y sigue no estando) al alcance de todos.

Fue idea de mi viejo Javier. Me dijo, “hay una imprenta en el piso de arriba, puedo conseguir unos esténciles y quedarme una hora más que no hay nadie. Te puedo hacer unas 50 copias por noche de cada poema y al final hacemos la tapa”.

El lugar era el edificio de la marina, ahí en retiro, donde él se puso a laburar después de la colimba. También trabajaba hasta el mediodía en las oficinas del club municipalidad de la ciudad de Bs. As., en la calle Rodríguez Peña, entre Lavalle y Tucumán. 

Hicimos juntos tres libros clandestinos en la imprenta del noveno piso de la marina. Los hizo él, claro. Yo apenas preparaba la pólvora a la noche, porque para mí siempre cada poema debía ser como un estallido.

Javier fue mi primer impresor y editor.

En 1976 yo deserté del servicio militar y a él le hicieron la vida imposible. Pero sobrevivió, hasta que en 1990 se lo llevó un oráculo.

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La verga del arzobispo

" Encabezo deliberadamente esta nota con un título chocante; lo es porque la palabra empleada ha caído en desuso y puede causar extrañeza. No cito la definición del catecismo sino la del diccionario: “tener ayuntamiento o cópula carnal fuera del matrimonio”. Este vicio se ha convertido en algo trivial, común, insustancial. Lo llamo vicio porque el diccionario define “fornicario: que tiene el vicio de fornicar”. Él o ella en principio, aunque hoy día la “igualdad de género” permite otras combinaciones, antinaturales"  Así decidió comenzar su artículo La fornicación, publicado en el diario El día de la ciudad de La plata, el arzobispo Héctor Aguer. 

Es correcto, porque si lo hubiera llamado La cópula, Coger, Fifar o Garchar, tendría que haber escrito otra cosa, aunque dichas palabras también signifiquen tener "ayuntamiento carnal" fuera del matrimonio.

El problema para el benemérito arzobispo, que no ha hecho del amor ni polvo ni fruto, es la cultura del desenfreno que se habría "degenerado" ante estas conductas amatorias. Inclusive el buen hombre de Dios avanza hacia el sexo anal: "Existe además –no lo olvidemos- la fornicación “contra naturam”, ahora avalada por las leyes inicuas que han destruído la realidad natural del matrimonio y que se fundan en la negación del concepto mismo de naturaleza y de la noción de ley natural"

La ideologìa del apareamiento segùn la inquisiciòn tenía sus raíces en el mismísimo infierno, no así las raíces de la dictadura, ni siquiera las raíces del capitalismo, donde estarían ocultas muchas de las preocupaciones que no descansan en paz en la mente del Monseñor.

En inglés la palabra FUCK  tiene un curioso origen: Al parecer proviene de la época medieval cuando los señores feudales tenían derecho de pernada (derecho a la primera noche). Tras haber hecho uso de el o haber renunciado, a las jóvenes parejas se les ponía un cartel en su nuevo hogar con las siglas de Fornicar Under Consent of King (fornican con el consentimiento real).

Ya en portugués "Foder" tiene origen incierto. El más poètico nos indica que la antigua expresión  "Vou Foder a mina", significaria, literalmente, ir a escavar un túnel en procura de algo precioso (Talvez... ¿un clitóris?)

Es increíble como el poder institucional de la iglesia siempre muestra la hilacha cuando hay que distraer a la opinión pública de sus propios problemas, de sus tremendos conflictos, que a veces solo a través del amor-desamor, consigue apaciguarlos.

Pero  ¿De que no habla Monseñor Aguer? ¿De qué no se ocupa el vicario?

Del sexo, claro. 

Practicamente ni siquiera aparece esa palabra en su escrito. Esta vedada de su léxico, no ha embellecido ni su vida  ni su vocabulario.

Pero puede tomar posiciónes sobre lo que hacen otros y otras. Y amonestarlos. Y envilecerlos.

¿Cómo habrá sido la noche de la carnalidad en que los padres del monseñor se ayuntaron para darle vida a semejante crío?

¿Muy amorosa, sanguinaria y húmeda, con chorros de leche precipitándose sobre glúteos calientes? ¿Ella gritó? ¿El se desvaneció y luego se durmió?

Cada vez que dos cuerpos se encuentran por propia voluntad y en ceremonia íntima o secreta satisfacen sus más altos instintos, Dios sonrie.

Y sonreir es la gracia del ser atormentado.

Es donar alguna claridad en el pozo de aguas oscuras que es vivir.

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Yo, Daniel Ballester, nacido en el barrio de Villa Urquiza, ciudad de buenos aires, hijo de Javier y Beatrizi, graduado en la Universidad del Espíritu, amante del fútbol, la buena música, el vino, la abundante cópula, y estando en uso pleno de mis facultades mentales, declaro:

1.-  Por sus características perversas, su origen corrupto y su olor a muerte, el macrismo representa un peligro para la humanidad y debe ser derrotado, así en las urnas como en las plazas

2.- El espectáculo del dolor es espina sin rosas, por eso deberemos recobrar, antes de que sea demasiado tarde, nuestro sentido del humor para reconocer quienes somos 

3.- Liberar a los presos y presas encarcelados por pensar, actuar o tomar decisiones opuestas al régimen, es un derecho y una obligación de todo bien nacido/a

4.- El sol, estupendamente inútil, esfuma allá, donde se vuelve azulado, los edificios y las construcciones futuras

5.- La libertad es el sublime averno de la niebla, son los obreros que caminan, la bandera flameando frente al río, es nuestra y no es negociable

6.- Bajo la noche torcida, a furia de sonrisas, volveremos a proponer el amor como la mejor poesía mundana que pueda escribirse

7.- Medea, que es la humanidad, nos lo implora y nos lo exige

8.- Si así no lo hiciéramos, que dios, los espectros del pasado y los niños que se acercan cautelosos al mar, nos lo demanden.

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Todo empezó con esta carta aparecida en el N°27 de la revista pelo, en 1972. Ciertamente la frase " Y eso con que se come?" es lapidaria, pero fue todo el texto, cuando lo leí por primera vez en la cocina de la casa de la calle Lavoisier en Villa Urquiza, lo que me empujó a escribirle a Katy otra carta, en solidaridad a sus palabras.

Aquí ya hay algunos datos relevantes. La carta firmada por ella tiene una dirección. Las cosas en aquellos tiempos eran así. El anonimato, feroz protagonista de nuestro tiempo, no era bien visto por quienes cultivábamos el circuito abierto de los correos de lectores de nuestras revistas preferidas. Ella me respondió, yo le respondí y durante meses que se transformaron en años, nos carteamos con fervor, hasta que un día viajé a Córdoba para conocerla personalmente y me enamoré.

Iba a poner "perdidamente", pero es una expresión que hoy día pocos la entenderán.

Las cartas tardaban 15 días en llegar, pero llegaban. La emoción de abrirlas, volcar la mirada sobre la letra manuscrita y paladear el sabor de las palabras nuevas que traían esos mensajes, es indescriptible.

Allí donde pose mi memoria en esos años, 1972, 1973, 1974 o 1975, solo encuentro horas y horas dedicadas a la música, la poesía, el teatro, el cine y esa carta de Katy, es parte de una magia que impregnó mi vida de una luz innovadora, para siempre.

La vida te nutre, nunca te hambrea, y a pesar de todos esos manjares que no vuelven a repetirse, la memoria sigue siendo el mejor lugar donde conservar nuestro alimento y protegerlo de las sabandijas que quieren transformar nuestra comida del alma en basura reciclada del pasado.

¿Qué fue lo que comenzó con esa carta de 1972?

Algo que permanece intacto hasta hoy. Un fueguito que no cesa, un deleite, una sustancia, una diadema, un espíritu que vuela alrededor de los confines blindados por la libertad.

En tiempos de poses impostadas, de escribas mercenarios, de mamposterías baratas, la soledad de la proa de un buque hundido, me trae una carta como una ciudad ardiente, para navegar en el mar abierto de los náufragos que reman, aunque sepan que no van a llegar a ninguna parte.

Porque está el mar, que es lo importante, y está el amor al mar, que es infinito.

La calle Corrientes marca el ritmo de la ciudad. Escritores, dramaturgos, periodistas, músicos, letristas de tango y de rock la inmortalizaron. Gardel la menciona en “Anclao en París”, Celedonio la vistió de guapos. 

En esa calle, al 1453, ocupa la planta baja de un precioso edificio de principios del siglo XX, el bar La Giralda. Construido por el arquitecto alemán Carlos Nordmann, autor también de el Torreón del Monje en Mar del Plata, la actual Embajada de España y el Casino de Oficiales de la Fuerza Áerea , La Giralda luce una austera y sobria propuesta estética. Tiene mesas con tapa de mármol, sillas de madera, azulejos blancos, espejos biselados, ventanas guillotina a la calle y puertas vaivén. Las publicidades acompañan el entorno y pueden verse viejas propagandas de Hesperidina. También se observa un cuadro con una lámina de la Catedral de Sevilla, La Giralda, de donde los propietarios tomaron el nombre. La carta no tiene grandes pretensiones. Lo más importante está presentado con luces de neón. La Giralda es café y chocolatería. Y eso buscan los parroquianos y turistas que la visitan. Principalmente, van por su máximo tesoro: el chocolate con churros. En realidad, iban.

Porque esa señora mayor que siempre estaba detrás del mostrador, doña Ivonne Nodrid, murió hace unos meses y Marcelo, su sobrino heredero, debió vender el local por no poder pagar el sueldo de los empleados. Las obras de peatonalización de la calle y las políticas económicas del macrismo, acabaron con su suerte.

De la historia de Ivonne se sabe poco y nada. No encontramos ni una sola foto suya que la mostrara trabajando en el lugar donde más horas de su vida pasó. 

Allí tomé mas ginebras que chocolate con churros. La última fue después de ver un espectáculo en el Centro Cultural de la Cooperación, con Leonor Manso y Muriel Santana.

Escribo esto junto a mi amiga Mercedes, "pero firmalo vos", me dice. "Yo quiero ser por un rato un fantasma, entrando a La Giralda con un libro en la mano, buscando algo, encontrando otra cosa, perdiéndome entre las sombras".

Y me guiña un ojo, como quien sabe de lo que esta hablando.

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Buenos Aires es una ciudad llena de perros haciendo túneles para contrabandistas, casas llenas de fantasmas, aullidos que dejaron los abuelos, milongas rotas de sueños y alcohol. Una ciudad que apesta la vergüenza de haberlo perdido todo menos su huella criolla que huele a tilo y soledad.                                      Soy un albañil construyendo abismos porque el arte será la puerta de nuestro amanecer.         

El barrio peregrina, se desliza sin moverse, busca un sol en pleno eclipse. 

Escucho que pasa el Sarmiento. Algunos pasajeros cantan, otros miran por las ventanillas reflejos que vienen del río. 

Casi sin notarlo volvemos a las plazas, salimos a enfrentar al enemigo, balbuceamos las primeras palabras, comenzamos a desperezarnos de haber vivido en una jaula, volvemos a creer que hay futuro porque somos eso que fluye en el presente, la inmensa ciudad que un día el mar devorará para siempre.  

Hay hambre, decís, y te señalas la yugular con la inocencia de las cobras. La noche teje su conjuro en un desierto que irradia polvareda. Primero se coagula dentro de los vasos sanguíneos y luego de unas horas se licúa en el viento. 

Las enzimas de tu cuerpo son un 

abrazo al paladar de la lengua popular.         

La sangre nos hermana, mastica nuestros huesos con su partitura de luna enamorada. 

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Caminando por la calle Billinghurst de pronto recordé que la extraordinaria bailarina Ana Itelman, un sábado 16 de septiembre de 1989 se arrojó desde el 8vo piso del departamento donde vivía, en esa misma calle. Fue un día antes de que yo cumpliera 34 años. En aquel entonces mi novia era una estupenda bailarina brasilera, Marie Chagas, que estaba en Buenos Aires tomando clases de baile con discípulos de ella. 

Borges decía que solía caminar mucho por esta calle con el poeta platense Francisco Lopez Merino, suicidado con un tiro en el corazón, cuando no había cumplido 25 años, frente a un espejo del baño del club jockey club, de La Plata. "Creó que él quiso asesinar al otro", le dijo Borges alguna vez al periodista y escritor Ernesto Schoo, cuando éste lo consultó al respecto.

De repente, paso por la puerta de la casa donde vivió el músico y cantante Mario Clavel, frente al parque Las Heras, en la calle Salguero y sin más, como si un aire agitado se hubiera desprendido del huracán Irma, la hermosa tipa que abraza la casa de tres pisos donde vivió sus últimos años Macedonio Fernández, me conmueve. Son árboles que trajo del norte de nuestro país el paisajista de la ciudad, Carlos Thays. 

Ana Itelman había nacido en Chile, Carlos Thays en Francia. Los otros en argentina. Un país increíble, tormentoso, inexorable. Y a veces, suicida.

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La cancha más hermosa del mundo

Dicen que el nombre del club es consecuencia de un cartel ubicado en el predio donde se disputaban sus partidos y que publicitaba a una empresa inmobiliaria: "Victoriano Arenas vende lotes".  Quien ose entrar caminando desde la Capital deberá hacerlo por las vías del tren, que están suspendidas sobre el agua en ese tramo (y por las que pasan trenes diariamente).                                                                                                           El estadio, que cuenta con una capacidad de 1500 espectadores, lleva el nombre de "Saturnino Moure". Los terrenos donde se levanta, aledaños a la zona fabril de las villas Castellino y Pobladora, de la localidad de Piñeyro, partido de Avellaneda, pertenecen técnicamente a la ciudad de Buenos Aires y fueron adquiridos por el club en 1947.                            

El particular lugar donde se encuentra emplazado, conocido como meandro de Brian, isla del CAVA​ o isla Gurmendi (por el nombre de una fábrica cercana), es una especie de península formada por el curso de agua del Riachuelo, por lo que está rodeado totalmente por el mismo.                                               

El club colocó la imagen de Sandro  en el frente de la camiseta junto a la del Puente Alsina, postal representativa de la localidad, y la leyenda C.A.V.A. de América. Los patrocinadores de este año 2019 son Ricci Joyeros, La Nave del Pollo y Centro de Reciclaje.                                                                    

El fútbol tiene cosas maravillosas e inexplicables, seguramente de allí también procede el origen de su potencia y su estoica fragilidad.                                                                                  

¿Es frágil el fútbol?. Claro que si. Frágil y trágico, único e impredecible. La única isla que puede verse desde todos los rincones del universo.

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La empedrada calle Defensa va desde Plaza de Mayo hasta Parque Lezama. Obtuvo su nombre actual en 1849 en homenaje a quienes defendieron la ciudad en las invasiones inglesas de 1807 y 1808, incluso sobre dicha arteria se desarrollaron batallas claves para la victoria final.

Con recorrido sur - norte, la calle pasa por dos de los barrios más antiguos de Buenos Aires: Monserrat y San Telmo, para cerrar su destino vial en el barrio de Barracas. 

Todos los jueves ando por ahí. Suelo almorzar hace años en un grato restaurante que está a metros de la plaza de mayo y suelo pasear mucho entre sus calles laterales y otras que la atraviesan.

La calle Defensa presenta casas increíbles, como la que está ubicada en el número 1179. 

La llaman "Casa de los Ezeiza", por la familia que habitó allí a finales del 1800, pero también se conoce como el Pasaje de la Defensa. Guarda entre sus paredes lo que fue la historia del barrio.

Cuando llegó la fiebre amarilla, en 1871, los Ezeiza, como muchas otras familias de clase alta, abandonaron la casa y se mudaron al norte de ciudad. En 1910 se estableció en ella una escuela primaria, más tarde fue sede del Instituto Nacional de Sordomudos, pero luego de la crisis de 1930 con la llegada de la segunda corriente migratoria de principios del siglo XX se transformó en un conventillo adonde llegaron a vivir hacinadas 32 familias.

Con el tiempo fue restaurada y hoy es un lugar donde cohabitan un espacio de comida con otros donde se venden antiguedades.

Yo nací en una casa parecida, construida por mis abuelos y que todavía sigue en pie, en Villa Urquiza.

Una casa, una calle y otra historia fugitiva en la ciudad de las furias.

La misma que hace años, administrada por una gestión neoliberal gracias al voto de la mayoría de sus vecinos, lejos de preocuparse por ella, solo lucra con su patrimonio histórico y negocia sus bienes.

Afuera, una pandemia de indiferencia muy contagiosa, arrasa con todo.

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La carta apareció publicada en la revista Pelo en 1972 y estaba firmada por Katy Barbiani. Denunciaba lo difícil que era escuchar rock argentino en la provincia  donde ella vivía. Decía que ese género de música siempre será música dura, nunca complaciente. Y como casi todas las cartas que se publicaban en Pelo tenía una dirección; pasaje Malagueño 950, Ciudad de Córdoba.

Le contesté. Ella me respondió y durante meses estuvimos escribiéndonos, contándonos cosas, inventando juegos y afianzando todo lo que nuestra imaginación podía aportarle a la mirada que teníamos de un mundo, que como siempre, estaba a punto de explotar en mil pedazos. 

Las cartas que vienen y van son sellos manuscritos de un tembladeral que solo adolece de su escandalosa frescura. 

Un día me animé y fui a conocerla personalmente. Nunca nos habíamos mandado fotos, no hacía falta. Teníamos nuestra palabra.

Lo que pasó después es infinito y continúa hasta hoy. 

Algún día deberá escribirse esta historia como debieran escribirse todas las historias de amor.

Podrán existir corruptos que ensucien el correo, pero nunca conseguirán  distanciar a los amantes de los libros de la buena memoria. Katy es eso y mucho más. Con una carta me abrió las piertas del universo. Y yo, gracias a dios, di el primer paso, y entré.

http://files.revistapelo.com.ar/pdf/027.pdf


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“Nací a la orilla del mar, y he advertido que todos los grandes acontecimientos de mi vida han ocurrido junto al mar. Mi primera idea del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del ritmo de las olas. Nací bajo la estrella de Afrodita; Afrodita, que nació también del mar.” Dora Duncan, Isadora, nace en San Francisco, en mayo de 1877.                                                            

 Su primer amor es Edward Craig. “Lo contemplé ante mí, de pie, espléndido de juventud, de belleza y de genio. Encontré en él la carne de mi carne y la sangre de mi sangre. Eres mi hermana, solía decirme, y yo sentía como si nuestro amor tuviera algo de incestuoso.” La relación era apasionada.                                    

 “Soñe que la madre de Craig se me aparecía con un traje flotante conduciendo de la mano una niña rubia, a una niñita parecida exactamente a ella y que me decía: Isadora, amor mio. Desde aquel momento supe lo que venía a mí desde el mundo de sombras de la nada. Supe que una niña vendría a traerme alegrías y tristezas, nacimiento y muerte, ritmo de la danza de la vida”                          Y sucede la tragedia: El accidente ocurrió luego de una comida de reencuentro entre Isadora y Paris Singer, padre de uno de sus hijos. Isadora, los niños y la niñera toman el auto conducido por un chofer, Isadora baja antes. El coche sigue su camino, en una esquina cruzó con un taxi, el chofer frenó y el motor se detuvo. Bajó del auto y el mismo comienza a deslizarse calle abajo hacia el Sena hundiéndose en sus aguas. Dos horas después son rescatados los tres cuerpos. “Recuerdo que se apoderó de mi una calma extraña. Mi garganta me quemaba como si me hubiera tragado carbones encendidos. Dos veces tan sólo he sentido aquel grito de la madre que una oye como si fuera ajeno a una misma: al dar a luz y a la hora de la muerte. Porque cuando sentí aquellas manitas frías en las mías, aquellas manitas que ya nunca me volverían a estrechar, oí mis gritos, los mismos gritos que había oído cuando nacieron. ¿Y por qué los mismos, siendo uno grito de suprema alegría y otro de tristeza? No sé por qué, pero sé que son el mismo grito.”

Buenos Aires fue testigo de su genio. Llegó en 1916, en coincidencia con los festejos por el centenario de la independencia. Enseguida tuvo que endeudarse para conseguir las cortinas y alfombras que obraban a modo de escenografía de sus espectáculos: las suyas no habían llegado a tiempo desde Europa, como tampoco las partituras orquestales. Pese a su escasez de dinero, se alojó en el Plaza Hotel. El público porteño, acostumbrado al ballet tradicional, no apreció el espectáculo que dio en su debut en el Teatro Coliseo. Antes de la segunda función hubo escándalo: en una de sus recorridas por la ciudad, Isadora recaló en una universidad, donde terminó bailando al son del Himno patrio, envuelta en la bandera, alrededor de los estudiantes. Según cuenta ella misma en su autobiografìa, a la mañana siguiente el gerente del teatro quiso cancelar su siguiente función alegando que esa improvisación, que tuvo una gran repercusión, había quebrado el contrato. El conflicto fue superado, pero en la tercera actuación hubo otro problema: algunos de los espectadores comenzaron a hablar en voz alta. Isadora dejó de bailar y les recriminó su actitud, por lo que esta vez el empresario sí canceló las presentaciones que le quedaban. Antes de partir para Montevideo, Isadora tuvo que dejar su abrigo de armiño y sus pendientes de esmeraldas, regalos de Paris Singer, para pagar el hotel. Eduardo Galeano escribiò un texto muy sugerente sobre este asunto.                                                                                                Y todavìa le faltaba conocer al poeta ruso Serguèi Esenin, que termina suicidàndose. Cuando un poeta y una bailarina cruzan sus destinos, no son inmunes a los reflejos de la intimidad del dolor. Como dice la canciòn que escribimos con el Fasa en la Trilogìa de la luz, Isadora es un signo que no para de bailar, no para de bailar, no para de bailar.

27

La calle Corrientes marcó el ritmo de la ciudad. Poetas, dramaturgos, autores de tangos, actrices, vendedoras de jazmines la inmortalizaron. Gardel la nombra en “Anclao en París” de Cadícamo, Celedonio Flores la vistió de guapos, Javier Martinez de boludos, Silvina Ocampo de luciérnagas, Delmira Agustini de espectros.

En esa calle, al 1453, la planta baja de un precioso edificio de principios del siglo XX, el bar La Giralda, languidece. Fue construido por el arquitecto alemán Carlos Nordmann, autor también de el Torreón del Monje en Mar del Plata, la actual Embajada de España y el Casino de Oficiales de la Fuerza Aérea. 

Como La Giralda, alguna vez la calle corrientes fue una austera y sobria propuesta estética. Las obras de peatonalización y las políticas económicas del macrismo, acabaron con su suerte.

Allí tomé mas ginebras que chocolate con churros. La última fue después de ver un espectáculo con Leonor Manso y Muriel Santana, en el Centro Cultural de la Cooperación.

Escribo esto junto con una amiga, "pero firmalo vos", me dice ella. "Dejame ser por un rato un fantasma, entrando a La Giralda con un libro en la mano, buscando algo que no se y encontrando eso que no buscaba".

Sin identidad propia, el rostro de Buenos Aires se esfuma.

Y no solo por una calle emblemática, (hoy una avenida sin flema), también por la indiferencia de sus habitantes, el ocaso de sus floristas, la muerte civil de sus teatros y la indisimulable decrepitud de sus kioscos de diarios y revistas. 

Peor que irse a dormir sin sueño, más triste que una calesita sola, la calle corrientes no resistió tantos cambios de veredas, tantas luces disfrazadas, tanto zócalo muerto.

El tango buscará nuevas esquinas, los poetas otros arrabales, mi amiga y yo, mejores ginebras. Pero siempre en Buenos Aires. Ni siquiera la muerte nos separará.

28 La musa de todos

Nietzsche la invitó a su casa familiar a pasar unas semanas. Durante ese tiempo la hermana del filósofo vio que las intenciones de Lou cruzaban las barreras morales de la época. Cuando se desencadenó la segunda pedida de mano por parte de él, Lou volvió a negarse y se fue.

Lo dejó loco, desquiciado, fuera de foco. Había sido rechazado por la fuerza inquebrantable de unas convicciones filosóficas que él desconocía.

La historia habría comenzado así: 

En 1882, Nietzsche abandonó la Universidad de Basilea, donde impartía clases, y repartió su vida errante entre la nieve suiza y el sol de Italia. Fue en Roma, en la mansión de Malwida van Meysenbug, una famosa feminista alemana, que había abierto un salón literario, donde conoció a Lou Andreas-Salomé. El choque entre ella y el filósofo  fue el fulminante. Nietzsche se rindió ante su talento y le pidió matrimonio a primera vista con una declaración poética, babeante. "¿De qué astros del universo hemos caído los dos para encontrarnos aquí uno con el otro?". Esta descarga astral le provocó una sonrisa ya que en ese momento ella estaba enamorada del médico Paul Rée, amigo y discípulo del filósofo. Como forma de consolación Nietzsche propuso vivir un triángulo estético con un amor traspasado de idealismo pagano en la soleada Capri, con viajes a Niza y Venecia. 

Mucho platonismo, mucho sexo pagano, mucho daguerrotipo transgresor, pero la cosa no funcionó.

Lou Andreas-Salomé era una araña y los mosquitos atrapados en su tela tenían escrito un final y se asustaron.

Ella murió el 5 de febrero de 1937, a los 76 años, de un problema renal, en la ciudad de Göttingen, de donde no se había querido mover. A los pocos días, la Gestapo entró en su casa y quemó toda su obra. 

Querían que la racionalidad de sus ideas sobre la independencia de la mujer y la sexualidad fuesen sólo una cortina de humo.

Sus trabajos psicoanalíticos más destacados son El ser mujer (1899), Reflexiones sobre el problema del amor (1900), El erotismo de la mujer (1910) y Psicosexualidad (1917)

También escribió poemas

Aunque estés lejos, te contemplo.

Aunque estés lejos, te entregas a mí

En un presente que nada puede destruir.

Rodeas mi vida, eres mi paisaje.

Me envuelves una y otra vez con tu risueña grandeza.

El sol despunta sobre tus altas iglesias,

Asciende sobre tus orillas amplias, infinitas,

Ilumina tus bosques cada mañana.

Cuando vuelva a oscurecer,

El cielo de junio iluminará la noche;

Cuando llegue la madrugada, el agudo graznido

De las gaviotas atravesará la niebla que cubre tus olas…

Aunque no hubiera reposado en tus orillas,

No habría dejado de conocer tu grandeza,

Porque la marea de mis sueños

Me lleva hasta tus enormes soledades.

Tiene la inteligencia de un águila y la fuerza de un león. Así la definió Nietzsche.

29

En una plazoleta de Villa Lugano hay un monolito con la inscripción: “Ismael Chukri, ciclista y peronista”. Homenajea al deportista desaparecido de padre turco y madre española secuestrado el 29 de septiembre del 77 por un grupo de tareas que se lo llevó del taller mecánico de Cañada de Gómez 4.603, esquina Unanue, donde trabajaba con su hermano Ahmad. No quedaron rastros de su paso por ningún centro clandestino de detención.

Lo apodaban "El pato". 

En las fotos, encabezando una carrera de bicicletas en el barrio de Villa Urquiza, mi viejo Javier. Tiene 20 años, es 1949. El peronismo llena las calles de gente. Un país soñado, un proyecto nacional.

El deporte que practicaban mi papá y el joven peronista de Villa Lugano, registra otro ciclista aficionado desaparecido. Tristán Omar Roldán, de Mar del Plata y militante de la JTP. Un grupo de tareas de la Armada lo secuestró en su ciudad cuando tenía nada más que 19 años. Como él, Chukri figura en la Conadep con el número de legajo 9356

Mi viejo Javier pudo seguir haciendo su vida, se casó y los primero que hizo cuando nacieron sus hijos fue asociarlos a un club.

Hoy el pedalismo se ha transformado en una secuela del egoísmo neoliberal y el desinterés por lo popular.

Te doy una bicicleta, te hago una bicisenda pero olvidate de tu barrio y de tu ciudad.

Vuelvo a la fotos, hay algo pasional en ellas. Una fraterna comunión alrededor de los atletas amateurs.

Y no se trata de valorar el pasado, ni siquiera de reconstruir el presente. Es otra cosa.

Se llama movimiento. El cambio de posición que experimentan los cuerpos en el espacio.

Poesía del instante fecundo.


30 Añoro lo que no viví


La habitación está caliente y huele a puré de zapallo

el ventilador no anda pero la ventana abierta trae una brisa del río que nos acomoda los huesos

masajeo los dedos de tus pies, que si bien no crujen, se estiran 

tu respiración cesa un instante

el poema vuelve a escribirse, la limosna que miles piden en la calle, acentúa nuestra descalza soledad

cada paso que se nos metió en la piel eligió besarte y oírte decir, te amo

por eso la exactitud, ese calvario de dios,

dice que no olvidemos nuestros nombres, nuestro origen, nuestra identidad

sobretodo el tipo que hace la ficha en el hotel

tan sospechoso como un negro tocando el piano en un bar


31 Llama

Los antecedentes más remotos de esta palabra los hallamos en la raíz bhel-, que en las lenguas prehistóricas de los pueblos indoeuropeos, unos veinticinco siglos antes de nuestra era, significaba "brillar o quemar". Esta raíz subsistió en palabras del griego clásico, como phlegein 'encender', 'quemar', y en el sustantivo phlox, phlogos 'llama', 'fuego' o 'lengua de fuego que produce luz y calor', de cuyo acusativo singular (phloga) se formó en el griego medieval la palabra con la cual los griegos siguen designando hasta hoy la llama olímpica: flogha.  El fuego es la esencia del agua en estado espectral.

Phlox se encuentra en las obras de Homero: en la Ilíada con el significado de "fuego centelleante" y en la Odisea con el de "fuego divino” 

El fuego interior llamado “fuego gris" por el flaco Spinetta o el Phlegein que llegó al latín convertida en fulgeo 'quemar', 'brillar', 'relampaguear',  dio origen a flamma 'llama', 'fuego'. Este término latino derivó en castellano a llama, palabra que está registrada en nuestra lengua desde el siglo XIII. 

La voz latina flama dio nacimiento a muchas otras palabras castellanas, tales como flama, flameante y flamear. Obviamente, esta palabra no guarda relación con el nombre del rumiante andino de ese nombre; en esa caso, se trata de otro vocablo, con etimología quechua. 

Arder en preguntas la vida misma, recomendaba el poeta. Llamear de sombras este destellante verano, propone mi abuela Maruja desde el mas allá, que también está en llamas. (Gracias Ricardo Soca)

32

encuentro belleza en la basura

veo cicatrices donde hay heridas abiertas 

juego partidos olvidados leo libros nunca impresos

amo a quien no me ama planto árboles en perdurables corazones de carne sombría

y en este zafarrancho de papeles, donde el sol canta en silencio, todo lo que arde busca su gracia en el río

33 La sangre

Qué pasa con la sangre cuando nos morimos?

Se coagula porque ya no circula. Nadie la bombea, nadie la recibe y nadie le ordena a los órganos que hacer.

Los espìritus, ¿respiran?

Yo no tengo nuez, decís, y te señalas la yugular con la inocencia de las cobras. La noche teje su conjuro en un desierto que irradia su  polvareda musical. Primero se coagula dentro de los vasos sanguíneos y luego de unas horas, se licúa como viento. 

Las enzimas del cuerpo se contraen al sol. Un lenguetazo al helado  entibia tus manos. 

La sangre hermana a los que no dejan la vida a disposición de los dioses. Ella mastica mis huesos con su hambre de luna enamorada. No olvido de donde vengo ni recuerdo hacia donde voy. 

Gota a gota la vida explota en la memoria y se inyecta en mi con el torrente de una oración ebria. Soy la sustancia de lo que estalla y espero.

34

Un Documento de Identidad Nacional: carta de las #MadresDePlazaDeMayo a Jorge Luis Borges

Buenos Aires, 25 de noviembre de 1977 

Señor Jorge Luis Borges: 

De nuestra mayor consideracion: 

De la situacion que padecemos brota esta gran necesidad de ser oídas. Tal vez Ud. se asombre cuando le digamos que somos las Madres que en Plaza de Mayo hacen un tristísimo paseo los Jueves por la tarde, bajo el sol o la lluvia en busca de sus hijos. Porque Ud. puede comprendernos le escribimos, porque si hubo un hijo querido, cuidado y admirado por su madre, Ud. lo ha sido. Sabrá entonces los desvelos que tienen las mujeres cuando sus hijos sufren; por eso a Ud, le hablamos de la pena que vivimos. Señor Borges, esta carta no busca adherentes, no hace propaganda, solo aspira a que un hombre culto, de clara trayectoria, nos escuche. No importan las ideas, solo importa el genio, no importan los matices, si importa la línea de conducta; por eso no queremos saber de la política que cada uno hace, nuestro tema es la justicia. Si nuestros jovenes queridos han sido ejemplo y luz en nuestras casas, ¿por que se los llevaron?, quiza alguno piense entonces, si eran buenos, ¿por que los tienen presos? Esto es mas triste todavía, no hay de que acusarlos. Algunos por ideas, otros por amigos que los han comprometidos o por esa falta que la juventud tiene, cuando despierta y quiere cambiar las estructuras. Estas cosas todos las sabemos, todos las vivimos; entonces, ¿por que el secuestro, por que las torturas, por que la desaparicion, por que la muerte de rehenes en mentidos enfrentamientos? En este claroscuro ya no entendemos nada. Si hay justicia, que se cumpla; solo eso queremos, que no sea el hombre el lobo de otro hombre. La ley alcanza y sobra para pagar pecados. Si tuvieran merecida la carcel, cada madre estaría consolando a su hijo, esperando su vuelta con pena, pero con fe en la vida. Pero esto no ocurre. En las cienagas desaparecen todos y nada se sabe. ¿ No cree que esto es malo?, ¿No piensa que debería haber luz donde hay tanta sombra? Porque no decirnos: "Su hijo tiene esta pena, que se pague esa deuda". Eso es razonable, eso lo entendemos; pero el desgarramiento a que se nos somete no lo queremos. Hay muchas frases ya gastadas; "los derechos humanos...", "si quieres la paz, defiende la vida...", todas frases, ninguna acción y de nosotros. ique? La cacería de brujas sigue, solo confunde todo, da lo mismo ser peligroso que padecer peligros. No se escuchan ruegos. explicaciones; todo va a la maquina que tritura a la gente. Señor Borges, si los hombres no escuchan. si los funcionarios se callan. si la justicia es ciega; Ud. que vive viendo al hombre por dentro, diganos algo. Lo mejor que tenemos son esos hijos. Solo queremos que nos digan que paso con ellos, donde están. por que los llevaron. Hace tantos meses que ya se han vuelto años. Las madres de plaza de mayo queremos oír los ecos que vuelven de este llamado al hombre, al poeta, al hijo. Con todo nuestro respeto y admiración, lo esperamos al pié de este calvario, a las 15.30 de todos los jueves que nos restan de vida, hasta encontrar los hijos que nos quitaron. 

Madres de Plaza de Mayo

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aferrados a una madera que alguna vez fue cama

nos besamos hundidos en lenguas barrosas

 meneando palabras de auxilio

mientras no me sueltes, yo seguiré flotando, haciendo olas y cocinando empanadas

decís, sin medir las consecuencias que  semejante hechizo provocará en el enemigo

el sol nubla la ira del río que crece

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Lo invencible

Calles poco iluminadas propician que uno pueda encontrarse con sus fantasmas. El arte se hace visible cuando un sueño colisiona con el hábito de escuchar en penumbras caminar a alguien descalzo.

La vida nunca es ausencia, la vida es escritura desarmada en la vigilia. 

Garabatear, parpadear a través del rumor un signo armado de silencio, indagar los planos y las sombras pero sobretodo partir, romper, quebrar en dos la oscuridad con el crujir del corazón de las palabras.

El tren chilla sus vapores insomnes linchado por trémula jauría de esos cuerpos humeantes que se desangran en una poética sin imágenes.

Cruzo un semáforo en rojo cantando bajo la lluvia de meteoritos una canción rea, de esas que sanan y se disuelven instantáneamente en una nube de pedos o en una tacita de café.

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otro barco deja la orilla rumbo al infinito

decirte adiós es una melodía 

que roba su silencio del mar 

cautivo me pierdo en tu nombre

y naufrago

hay que nadar entre las palabras dando brazadas cortas

la sal del aire se mezcla con la lluvia del amanecer

¿por qué nadie quiere hablar del asunto?

que lejos quedo todo aquello

estamos en una isla rodeados de hielo y granizo

el fuego divino nos abrigará

los fustes persas serán el sostén de la luz

el durmiente de quebracho, nuestra tabla de salvación.

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Abrir los brazos sobre una moto en movimiento y dejar que la lluvia sea fuego y combustión. Jackson Pollock y Piltrafa andan convidando vodka por los arrabales de la democracia surrealista. Cuando Antonin Artaud llegó a París en 1920 tenía 24 años y una larga experiencia como interno en instituciones psiquiátricas. Para él, la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, no eran percepciones contradictorias sino parte del aliento de la subsistencia. Entonces crea el teatro de la crueldad, donde un lenguaje desnudo permite trasmitir su energía mediante el empleo del magnetismo nervioso del ser. 

Solo nos libraremos de este desastre cardiorespiratorio abriéndole los poros a la magia para que nos llene de viento y vendavales de luz. Más allá del bien, más allá del mal. 

No hay otra.

39

un hombre sacude sus ruinas y se asoma al esquivo umbral de los recuerdos. piensa en un vaso de agua que pronto beberá. tal vez no tenga tiempo de ejercer el dominio de otras memorias pero en su mente vibra el sonido de su lengua materna.                                             

la lluvia se acerca. es un pequeño detalle en este opaco mundo que cabe en un sueño olvidado. él escribe palabras en el atardecer de buenos aires. su tibia sombra se envuelve al huèrfano despertar.                                       

ella lo sabe, por eso camina sin paraguas y se refugia bajo un paraíso, su árbol preferido.                                           

no pueden tocarse, la metáfora de un virus los ha separado. entonces, lejos de pensarse, enlazan sus cuerpos, se llenan los pulmones de aire y se abrazan y se besan hasta el amanecer. cuando la muerte los descubre es demasiado tarde, porque ya se han ido. no han dejado huellas, ni siquiera un zapato, una llave o el celular que habían descartado. 

es extraño. sin haberlos conocido siento un alivio en mi conciencia. como si los hubiera ayudado a huir, como si les hubiera mostrado un lugar secreto donde refugiarse, donde escribirse o donde ocultarse.

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"Esta es una vieja baguala que está insertada en el álbum Durazno Sangrando..." dice Luis Alberto en 1982. Se trata de En una lejana playa del ánimus, la canción de Invisible que hacia el final, concluye con los versos de su padre, Luis Santiago.

Spinetta muchas veces construía temas juntando diversos fragmentos de obras inconclusas, como en Organismo en el aire, La bengala perdida, Canción de amor para Olga y otras tantas:

Una niña descalza

Ronda en la playa

Como gota de lluvia

Sobre la zarza

Los aldeanos se van durmiendo

Toda estrella fugaz

Conoce su nombre

Así como el fuego viaja

Conociendo el aire del lugar

Y hoy, por fin

La inmensidad fue el bien, uuh

Y hoy, por fin

La inmensidad fue tibia y fugaz

Como el sol

Y hoy, por fin

La inmensidad fue el bien

Bien, bien, o-oh

Y hoy, por fin

La inmensidad fue tibia y fugaz

Tibia y fugaz

Como el sol

Besa el violín

Que ya nunca jamás, sonará

Bebe la sombra de un indio

En un río divino

Sin querer, te marcarás

Hasta que al morir

Buscarás el sinfín

Y antes del alba

Tendrás tu rocío final

Solo sé que Dios vendrá, uh

Solo sé que Dios vendrá, uh

Ruego que venga ya, ah

Ruego que venga ya, ah

La distancia es un caudal

De eternidad

Agazapada, sobre la espalda de un león

De un león

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Estuve pensando en lo que dejamos antes de salir de casa. Me refiero a los espejos, los libros, las pinturas y esa bendita planta de cannabis que hoy es la diosa de nuestro balcón.

Estar en la calle es como, de un día para el otro, dejar de pensar en alguien. No tenerlo más en la memoria, aunque nuestro cuerpo todavía reconozca su olor y sus palabras. Aquello que se ve es un sol claroscuro rodeado de lo que acecha. Y todo nos acecha. El sonido que viene de esa ventana, acecha. Los cuerpos andando uno tras otro, acechan. La música sigue sonando en mi lejano devaneo. ¿Es la música o es el abismo tocado por Hendrix o Martha Argerich? Esas frases sincopadas, tan cercanas, tan sin palabras, tan parecidas a lo que nunca ya volveremos a ser. 

Hay un poema de Mascha Kaléko, nacida en 1907 en Chrzanów (hoy Polonia), exilada del nazismo, impecable.

Los años pasados

A la intemperie

En una barca de la noche

Anduve

Y llegué a una orilla.

Me apoyé en las nubes contra la lluvia.

En una duna contra el viento enfurecido.

No había nada en que confiar.

Sólo en un milagro.

Comí las reverdecientes frutas del anhelo,

Tomé del agua que da sed.

Un forastero, enmudecido por zonas inexploradas,

Pasé frío a través de los años tenebrosos.

Como patria elijo el amor.

 Traducción: Geraldine Gutiérrez-Wienken

42

Oda al Braille

Llena es la noche

de divino silencio.

Dormida es la selva

en el fondo del tiempo.

La vida es en ella

jugo profético.

Miles de estrellas

horadan el sueño.

Pero brota el oído

-flor que va hacia el alma-

en los lotos erguido

de la luz sin luz del agua;

y frutece el concierto

en la voz sin voz del viento.

Ya asoman los contactos

de lo eterno con el alba.

Radiante emerge el día

sin dolor multiplicado

en aurora indefinida

y constelada de milagro.

Milagro de seis puntos:

es Luis Braille, rey de zodíacos,

que inaugura alegres rumbos

para mundos elegíacos.

Oh Braille, lluvia infinita

que por el aire de los tactos

a nutrir va sin retardo

la raíz más escondida.

Oh Braille, viento de cifras

que con fresco tino exacto

a orear viene el pantano

donde abreva la sequía.

Oh Braille, oh fuego extraño

oh sol, oh franco río

-oh elixir para ermitaños-

iluminando de rumor

el campo umbrío!

¡Oh primer astro encendido

entre el espacio del recuerdo

y el espacio del olvido!

Oh nuevo Apolo -más que griego-

explorando ya el sentido

de este claro y joven cielo:

extendida ante tus flechas,

por los siglos de los siglos,

sea la tierra de los ciegos!

Pedro Ignacio Rosell Vera

(11-XI-41)

43

quemo un recuerdo 

y ese calorcito tambien enciende la memoria

vivo en una calle con plátanos

la generosa sombra apaña tu tristeza y la hace polvo 

la gente después estornuda en la superficie

a veces creo que un pueblo es el río que lo habita

el barro, los pibes muertos por la policía

escriben un poema demorado en la lluvia

que nadie podrá borrar

uno de los versos dice  "el sol que te pega en la cara, el viento que te acaricia

ese aire que respiras..."

los milagros suceden cuando uno menos los espera

por eso la ambiciosa lluvia es devorada por su propia sombra

mi lugar en el mundo es un barrio

el roce del viento incita a

las mariposas cantar y bailar 

el amanecer trae buenos presagios

la noche lo sabe

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“Somos madres de todos, socializamos la maternidad”, afirma Evel de Petrini, que en la Asociación Madres de Plaza de Mayo es conocida como Beba. Y agrega: “Para nosotras no hay diferencia entre los hijos que militaban en el Ejército Revolucionario del Pueblo o en Montoneros; son todos iguales”.

Su voz es fuerte, dulce y clara.

Beba vio por última vez a su hijo Sergio el 17 de julio de 1977. Casi 45 años después, se siente "madre de los 30.000". "Nos sacamos el nombre del pañuelo y la foto, porque los 30.000 para nosotras son iguales. Las Madres demostrarmos al mundo que nuestros hijos eran revolucionarios que luchaban por un mundo mejor y creemos que su legado está asegurado porque los pibes van a seguir luchando"

 Dice tener muy presente el dolor y el miedo que sufrieron las Madres durante la última dictadura. Y agrega que, sin embargo, jamás se le pasó por la cabeza bajar los brazos ante tanta injusticia. "Nosotras rechazamos desde el primer momento la reparación económica”, remarca y agrega que, para las integrantes de la Asociación, ese dispositivo significaba aceptar que sus hijos estaban muertos y que no valía la pena seguir con la búsqueda de los desaparecidos: “Al cobrar matás a tu hijo. A nosotras nos parece espantoso pensar en el dinero cuando se habla de un hijo”.

Recuerda con mucho cariño a Néstor Kirchner, a quien describe describe como  “una persona sencilla, honesta y comprometida con los derechos humanos, como ningún Presidente lo hizo desde la recuperación de la democracia”.

Tiene muy presente el secuestro de su hijo Sergio, aquel 13 de julio de 1977: “Era una noche muy fría y con lluvia, llegaron como doce tipos armados a mi puerta y agarraron a mis dos hijos y los tiraron en el piso con las piernas abiertas, boca abajo. Dieron vuelta todo, mi hijo me quiso dar la mano y me pegaron un golpe. Cuando me dijeron ‘Lo llevamos’, les pregunté por qué y me dieron un empujón y me tiraron al piso. Sabia que Sergio se sentía mal, estaba con sinusitis, entonces les pedí que lo dejaran abrigarse. Se puso el sobretodo y ni siquiera pude darle la mano. Nunca más supe de él”.

Con estas imágenes en el alma, pide a sus “hijos del corazón”, los jóvenes militantes de hoy, que cuiden el legado de las Madres. Son 44 años de lucha, de esperanza, de llantos, pero también de mucha fuerza y mucho amor. No solo de nosotras, sino de toda la gente que nos acompañó y nos acompaña. Las Madres decimos siempre que no les dejamos un legado fácil, es un legado de mucho compromiso y necesitamos que lo cuiden”, concluye Beba.

Una Madre, todas las Madres.

45

Pàjaros sin alas

La ciudad anochece, la bruma cubre el cielo de Buenos Aires, se acerca la lluvia, ahora la tan temida lluvia, antes decìamos que la lluvia bendecìa los campos, ahora los inunda y nos inunda.

El paìs està triste, niños con hambre, hombres cabizbajos sin trabajo, mujeres delgadas sin tiempo de tener sueños.

La ciudad se puebla de miles de bultos en las veredas que son hombres, mujeres y niños que se apretujan en las veredas de Buenos Aires, luego de hacer largas colas para recibir de manos generosas una sopa, un guiso, un cafè con leche.

Que destino les espera a esta multitud de anònimos seres que deambulan como sombras.

De dìa recogen sus pocas pertenencias y las dejan contra la pared. De vez en cuando loa policìa los desaloja de las veredas sucias de la ciudad.

El policìa dice que cumpliò con su deber, los ciudadanos anònimos se sienten pàjaros sin alas que no pueden volar.

Manuscrito de Hebe de Bonafini, 2019

46

un hombre sacude sus ruinas y se asoma al esquivo umbral de los recuerdos. piensa en un vaso de agua que pronto beberá. tal vez no tenga tiempo de ejercer el dominio de otras memorias pero en su mente vibra el sonido de su lengua materna.                                             

la lluvia se acerca. es un pequeño detalle en este opaco mundo que cabe en un sueño olvidado. él escribe palabras en el atardecer de buenos aires. su tibia sombra se envuelve al huèrfano despertar.                                       

ella lo sabe, por eso camina sin paraguas y se refugia bajo un paraíso, su árbol preferido.                                           

no pueden tocarse, la metáfora de un virus los ha separado. entonces, lejos de pensarse, enlazan sus cuerpos, se llenan los pulmones de aire y se abrazan y se besan hasta el amanecer. cuando la muerte los descubre es demasiado tarde, porque ya se han ido. no han dejado huellas, ni siquiera un zapato, una llave o el celular que habían descartado. 

es extraño. sin haberlos conocido siento un alivio en mi conciencia. como si los hubiera ayudado a huir, como si les hubiera mostrado un lugar secreto donde refugiarse, donde escribirse o donde ocultarse.

47

un hombre sacude sus ruinas, 

y se asoma al esquivo umbral de los recuerdos. 

piensa en un vaso de agua que pronto beberá. 

tal vez no tenga tiempo de ejercer el dominio de otras memorias, pero en su mente vibra el sonido de su lengua materna.                            

la lluvia se acerca. 

es un pequeño detalle en este opaco mundo que cabe en un sueño olvidado. 

él escribe palabras en el atardecer de buenos aires 

su tibia sombra huérfana se envuelve al despertar 

ella lo sabe, 

por eso camina sin paraguas y se refugia bajo un paraíso, 

su árbol preferido. 

no pueden tocarse, 

la metáfora de un virus los ha separado. 

entonces, lejos de pensarse, 

enlazan sus cuerpos, 

se llenan los pulmones de aire 

y se abrazan 

y se besan hasta el amanecer. 

cuando la muerte los descubre es demasiado tarde 

porque ya se han ido. 

no han dejado huellas, 

ni siquiera un zapato, 

una llave 

o el celular que habían descartado. 

es extraño. 

sin haberlos conocido siento un alivio en mi conciencia. 

como si los hubiera ayudado a huir, 

como si les hubiera mostrado un lugar secreto donde refugiarse, donde escribirse, 

o donde ocultarse.

48

Escribo en el mar las claves de esta canción

Que nadie podrá soñar sin antes conocer

La sinuosa quietud de su melodía

Envolvente como el humo encharcado del río

Algo muy cercano a una partitura de sal

La tribu baila la plegaria de la lluvia

Sedientos tambores se apagan

Y sus cuerpos enlazan caminos secretos

No vayas a buscarlos

Ellos vendrán por ti

El coraje se origina en el miedo, esa es tu suerte

Un salto en combustión con el habla

Una estaca de madera clavada en el pecho del dolor

Yo le pido a tu recuerdo que deje de olvidarme

Es un asunto que tenemos pendiente

Será cuestión de esperar que amaine

Las tormentas aquí ya no dejan secuelas

Salvo dos o tres cosechas perdidas

Y una pigmentación un poco más oscura en el agua

Al costado de mi cama

Inexplicable

La sombra

Está ahí todo el tiempo ahí

¿Por qué siempre te escribo en primavera?

¿Por qué esta evocación constante mientras la ciudad avanza?

No lo se

Mi piel es agua pesada embarrando el corazón de la vereda

Escombros donde ya no asoma ni tu huella

Nervio de la noche. Soledad de las jaurías.

Cordón de la unión de las palabras que como un gato montés siempre encuentra una guarida cuando acecha el temporal

El ritual de la noche es

Perfume del pensamiento secreto del poema sin poeta

49

Historia de un viaje imposible. 

“Ballester no podés venir a cada rato a preguntar cosas sobre los viajes porque si no esto se transforma en un quilombo”.  La voz de Hebe se abre como un abanico.                                                                                                      No vengo por los viajes, le digo. Quiero comentarte esto que encontré. Es la etimología de la palabra lucha y me gustaría decirlo esta tarde en la plaza.                                                                                    Hebe escucha con atención.                                                                                       En el origen de la palabra lucha, el cuerpo, la resistencia y el movimiento, tres de las principales herramientas que forjaron la identidad de Madres, habitan, (en una rara combinación etimológica), un espacio en común.                                                                                      “Está buenísimo esto. Parece mentira como a veces las palabras nos sorprenden.”                                                                                                               Un jueves es un día distinto para ellas. En el inicio del atardecer de cada jueves, ellas se reencuentran con sus hijos, en una marcha milenaria y política.                                                                                                                       Son más de 10 años acompañándolas cotidianamente, observando sus prácticas, mirando cómo actúan, pensando lo que dicen o leyendo lo que escriben. Así aprendí a entender sus férreas convicciones, a respetar la madera de la que están construidos sus ideales.                                                                                            Hoy me toca hablar en la plaza por quinta vez.                                              Viene una senadora a denunciar cuestiones vinculadas con las inundaciones en la provincia de Buenos Aires, más precisamente la ciudad de San Nicolás. Es la marcha número 2026 de la Asociación Madres de plaza de mayo.                                                                      No hay lluvia que pueda frenarlas ni sol ardiente que consiga vencerlas. Son un movimiento diferente. Amanecieron un buen día en una apacible cama y cuando se disponían a preparar el mate para el esposo o compañero, tuvieron que salir a pelear en un combate que no habían pedido, ni planificado y mucho menos deseado.                                                                                                           A partir de ese nacimiento, toda la historia de un país cambió.                                                                                                              

El libro de los viajes es mi tercera colaboración vinculada con la escritura para ellas. La idea, ambiciosa y apasionante, es de Hebe. Escribir la historia de todos los viajes que hicieron las Madres de plaza de mayo al exterior, desde 1978 hasta la actualidad. Usar toda la documentación que ellas conservan en sus archivos y volcar el resultado en dos tomos, de unas 700 páginas cada uno.                                                                          

En el  momento de zurcir este borrador ya llevamos diez años de viajes, minuciosa y prolijamente chequeados, transcriptos y redactados.                                             

Ahora estoy preocupado por algunas muertes mal sucedidas. Quiero decir, rodeado de imágenes del pañuelo blanco por todos lados, una muerte imprevista se transforma en un hecho curioso,  y cuando ese hecho se multiplica por dos, enciende alarmas ocultas. Despierta recelos olvidados. Voy a dar algunos detalles cuando este borrador tome alguna forma y tenga, al menos, una dirección posible encauzada. Por ahora mi cabeza narrativa busca entre decenas de miles de datos, una encrucijada que me lleve a buen puerto. Pero solo despierta anécdotas dormidas, que por el solo hecho de contarlas, exterminarían sin sentido un puñado de páginas que podrían deparar al imaginario lector, buenas mieles.                             Violanta Saramago aparece en la plaza. Alguien me dice: “La hija de José Saramago quiere conocer a Hebe”.                                         

Es verdad, ella está con su marido. Cuando me acerco su mirada comienza a hablarme antes que su voz: “Es la primera vez que estamos en Buenos  Aires y ya nos vamos hacia Córdoba. Queríamos conocer a esa mujer de la que tanto me habló  mi padre”. Las Madres ya se habían ido y no la pude consolar.           

La temperatura de la marcha de los jueves tiene su propio registro y a veces se acomoda a la sensación térmica del momento político, aunque casi nunca es así, porque es un ritual con características propias. La marcha no espera a nadie, simplemente sucede en un tiempo y en un espacio, decidido por sus protagonistas. Cada detalle tiene un sentido, que no fue elaborado en un taller, en una unidad básica, o en una fábrica de marchas.                                      ¿Por qué caminan en dirección contraria a las agujas del reloj? ¿Qué significa la pirámide? ¿Y el cartel que toman con sus manos? ¿Por qué solo hablan cuando se retira el cartel?                                                                                                     Es lunes y llovió todo el fin de semana. Martín llegó empapado.  Lo primero que hacemos en la oficina antes de empezar a trabajar es poner música que tenga que ver con el año que vamos a encarar.  

Ahora está sonando Tester de violencia, del flaco Spinetta. No hace falta que diga en que año estamos viajando.


50  cuando las lenguas se atraen eñ estilo es el caos


Y de repente en el medio de la noche algo se movió

Al costado de mi cama

Una enorme araña

Salvaje, unitaria,  rumiando humedad tóxica                                                        

El poema 

Es la conjura que pone en funcionamiento

El sistema operativo de ese visor-trinchera llamado 

Web

Válvula o  tubo de vacío

Que permite realizar operaciones de coma flotante

En cualquier caos

Y con cualquier programador instalado en el chip

Mueca de tu boca ausente 

Impresa en esa anónima enciclopedia sin palabras

Disuelta en la lluvia

Mientras vos dormís abrazada a una nube 

Vapores humanos 

Envilecidos por trémula jauría despelleja cuerpos

Que se desangran quemándose en una fe poética invencible 

La vida es un aroma que perfuma con su rosa mortal nuestro festín

De cada pétalo una huella

En cada estambre un destino

Con cada  lluvia sombra fresca

Tú eres esa impía rosa

Déjala crecer y secar, volver a crecer y volverse a secar

Mientras respires

Y agita los perros de mi memoria

Que no hay ruinas que puedan vengarse

Sin tu consentimiento

Ni tentación que no deba concretarse

Si es tú voluntad

Aquí en el cielo como allá en la tierra

Y no me dejes partir

Si la noche aúlla

“Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo: horas y horas de soledad son el único modo para que se forme algo, que es fuerza, abandono, vicio, libertad, para dar etilo al caos."   PPP

51 Spinetta

"Yo me doy cuenta de entrada si un tipo no entiende o no participa en lo que hago, lo advierto al instante.

De modo que el tipo que no se compenetra con mi música no lo hará ni el primer día ni después de seis meses.

Ya no estoy haciendo música con la pauta de que la música tiene que obedecer a ciertos hechos ideológicos adyacentes a la música; la música que yo hago lleva implícita toda la carga emocional, filosófica, psicológica y poética.

Estoy tratando de hacer una cosa realmente profunda que no obligue al tipo que lo comparte a ser una sucursal de mi pensamiento.

Eso se logra únicamente con una amistad de mucho tiempo y que quizá son tipos con quienes nunca vas a tocar música.

Aquí se trata de tocar por el placer de tocar música, y es necesario que esa música no se deforme por todos los hechos ideológicos que están alrededor de ella.

Por otra parte, seria muy egoísta si pretendiera que los que tocan conmigo pensaran como yo"

52

Anoche tuve el raro privilegio de ser el único espectador en la función nocturna del cine Lorca de una bellísima pelìcula:  "La luz incidente", escrita y dirigida por Ariel Rotter y protagonizada por Érica Rivas y Marcelo Subiotto.

Me descalcé, estiré los brazos cual largos son alrededor de las butacas vacìas y me dejé enamorar una vez más por el séptimo arte, en una plena y oscura declaración de principios sin finales. 

A veces los amantes, cuando sin previo aviso se encuentran en alguna cortada mistonga donde sabe nacer el viento, chamuyan sobre la incidencia de la luz.

53

Aunque lo intente, no puedo ser otro.

No soy los 30mil

No tengo nada de Luis 

Y hasta cuando soy feliz, no me parezco a vos, me parezco a mi.

Todos somos Milagro?

Soy mi hija bailando en Manchester?

Romina asesinada en Adrogué?

Desmembrado, enhebrado, entrometido

El hueso de un espíritu en el centro de nadie busca un cuerpo

Que tenga cura pero no quiera curarse

Que pierda la vida buscando un consuelo

Que muera peleando y viva combatiendo

Solo portando nuestra identidad seremos libres

Todos somos uno, dijo el comandante.

Axe

54

Nunca entendí la piña que me dio en el pecho aquel policía en Córdoba cuando yo tenía los ojos vendados. Lo vi venir por una rendija y algo me pude acomodar para amainar el golpe. Era 1975. Yo era tan fuerte que solo pudo hacerme sangrar. Pero ese gesto de tanta deshonestidad, esa brutal psicofonía del odio, ese desencanto con el sentido común, siempre me llamó la atención. Estoy rodeado de gente así todavía. No estaré tan fuerte como en aquel entonces pero sí más obstinado, peor vestido y menos paciente. 

Es lógico, uno con el tiempo se viene más misterioso,  menos demorado, casi un invasor. Debe ser porque sabe que más tarde que temprano, emprenderá un largo viaje. Solo con su almita en llamas. Sin policías ni nada. Un viaje digno y sereno hacia el más allá. Suena cursi no? Tan cursi como una bendición. Pero es así. La historia de nuestra memoria pasa por nuestra vida con fragmentos de la noche.  Esa luz es verdadera. Antes de irnos, quienes nos amaron, besarán nuestra frente con más amor que ternura, y así la herida habrá sanado para siempre.

55 Memorias de mi abuelia Delia Galeano: La monja que no fue

"Tuve la sensación que la Hermana y mis compañeras desde ese día me apreciaron más, no así una Hermana llamada Sor Josefa. Yo era para ella su sombra negra, no me podía ver ni pintada. Hasta me calumniaba. Con ella sufrí mucho. Cuando murió, la Madre Superiora me escribió una carta: “Delia, murió Sor Josefa, reza por ella”. Esto pasó después que yo me fui del colegio, por eso la Superiora me escribió esa carta dándome la noticia. Que en paz descanse

Ahora bien, se acercaba el fin de año, tenía que prepararme para ir al convento, la monjas le habían anunciado la noticia a mis familiares y todo era un revuelo, pero como bien se dice, el hombre propone y Dios dispone. 

Bueno, como es lógico, vino mi madre a despedirse porque sabía que yo me iba de ese colegio para ser Hermana de Caridad. Me llama la Madre Superiora y me dice: vino tu mamá, lávate la cara, péinate y vení a saludarla.

Cuando llegué tuve la sospecha de que ellas habían estado hablando a solas porque ni bien entré, la Madre Superiora se fue por un buen rato y mi madre empezó a preguntarme cosas insignificantes. Yo le respondía sin tocar el tema de mi conversión a Hermana de Caridad. Cuando volvió la Superiora, mi madre se paró para despedirse y yo también me puse de pie para despedirme de ella. Pero sorpresivamente la superiora me dice: Delia, ándate con tu mamá.

No, le contesté. Yo di mi palabra para recibir el hábito de Caridad y me esperan en la Casa Madre. Y ella volvió a decirme: Andate Delia, si el mundo te llama es porque te necesita.

Que palabras más exactas. Y verdaderamente fue así. El mundo me necesitaba. 

Al despedirse me da un abrazo muy fuerte, sale al corredor y vuelve con un paquete muy grande. Me lo da, se saca de la cintura la tijera que tiene colgada y me la ofrece. “Tomá que te va a hacer falta”. Lloro. Ella le dice a mi madre, “Señora, me lleva el brazo derecho del colegio”.

Cuando llegué a mi casa desaté el paquete. Había una cantidad de ropa, un hermoso costurero, un rosario chiquito de nácar, estampas preciosas y la tijera, que hasta el día de hoy la tengo. No sabría que darme a decir verdad. Pero ahora viene lo peor. A los dos meses de estar en mi casa, se enferma mi padrastro de dos flemones en la garganta y como en aquellos tiempos no había penicilina ni antibióticos, muere y mi madre queda en la última miseria, embarazada de siete meses. Y es aquí donde empieza la lucha de mi vida.

Tuve que salir a buscar trabajo. Como sabía bordados y vainillados me fui ofreciendo a las chicas que estaban de novia para hacerles ajuares de cama y así fue que empecé, sin descanso, a ayudar a mi madre. Hacía un juego por mes, sin descansar un minuto. Cobraba 45 pesos el juego pero a mi madre le decía que cobraba 40, porque esos cinco pesos se lo daba a mi hermana Gabina, que estaba pasando por un momento muy difícil con su marido sin trabajo en tiempos donde encontrar trabajo era casi imposible.

Así fue pasando el año 1909. 

Yo me iba cansando de tanto trabajar, porque en realidad trabaja mucho y ganaba poco. 

Ahora bien, se acercaba el centenario de 1910 y por el diario vi que necesitaban costureras a domicilio para cocer banderas y bandas argentinas. Le dije a mi madre, andá para ver si te dan trabajo así yo dejo un poco el bordado que estoy cansada. Y así fue que le dieron cuatro docenas de  banderas para cocer. Pero duró poco. Pasó el 25 de mayo y tuve que seguir con mis bordados.

En esos tiempos vino un matrimonio italiano para alquilar una pieza donde nosotros vivíamos. Eran muy buenos, yo me hice amiga de ella. 

El furor por las bandas y banderas duró más o menos hasta junio de 1910. Fueron unas fiestas espléndidas pero ya no había trabajo. Así que esta italianita que vino a vivir a casa cocía camisas para un registro. Le pregunté si yo podía pedir trabajo, me dijo que sí. Fue mi mamá a pedir trabajo y le dieron cuatro docenas de camisas, a entregar lunes y jueves. Las cuatro docenas, 8 pesos con cuarenta centavos. A trabajar sin descanso. No había otro remedio. Trabajar".

56 Memorias de mi abuela.  El amor y la guerra se declaran

"Una tarde yo estaba cociendo y vino una muchacha para que le hiciera un ajuar de cama porque estaba por casarse. Bueno, dejé un poco la costura y empecé el juego. A los veinte días vino a ver cómo iba su pedido y hablando de unas y otras me dijo que en los talleres de la casa del A…también se hacían juegos vainillados. Yo pensé y le dije a mi mamá “Porque no llevás de muestra la sábana que está hecha a los talleres para saber si pagan mejor”. Mamá fue, llevó la sábana y le dijeron que por el momento no necesitaban pero que me iban a tener en cuenta para el momento en que lo necesitaran. Y así fue. A los dos meses  me llaman para arreglar una partida de salidas de baño que venían mal hechas. Tenía que descocerlas porque al poner las piezas de género para cortar unas eran muy blancas y otras muy oscuras. Las costureras las habían hecho como llegaban, una manga más blanca, una más oscura, también las delanteras. Era un trabajo terrible, muchísimas docenas pero a mí me vino bien porque me pagaban 40 pesos por mes. Entraba a las 8 de la mañana, me iba al mediodía, volvía a la una de la tarde y salía a las seis. Estaba encantada y quedé efectiva. Hasta traían fundas de hospitales. Dos docenas de fundas a dos pesos la docena, un día sí, un día no. Trabajaba contenta. Nos arreglábamos bien.

Un buen día me llama el jefe y me dice: “Señorita, vamos a inaugurar una tienda con taller de costuras finas en el centro, en la avenida Callao esquina Sarmiento. La señora Leoni va para cortar los ajuares y usted para preparar el trabajo que lleven las costureras a domicilio”. 

No le respondí inmediatamente, buscaba una palabra correcta. 

Señor jefe, le dije, yo vivo a media cuadra de aquí y no tengo ningún gasto personal. Usted sabe que no es lo mismo. Ir bien vestida y viajar van a ser un problema.

Me responde que ha hablado con su superior y han decidido pagarme 60 pesos por mes y aparte los viáticos, que son cuatro pesos con ochenta centavos. 

Me pregunta si estoy conforme. Yo pensé: 60 pesos por mes y los viajes, me conviene. Así que el primero de agosto de 1910 empecé a trabajar en los talleres de la tienda. Me fue muy bien hasta el año 1913 donde una crisis tremenda hizo que cerraran tiendas, negocios y fábricas y un buen día, sin más ni menos, nos hacen saber que van a cerrar la tienda y el taller. Cuál no fue mi sorpresa al quedarme otra vez sin trabajo. Nos despidieron así nomás, con un “Adiós y gracias por todo”.

La felicidad no dura toda la vida. Para mi había terminado.

Vuelvo a cocer camisas en mi casa, aunque de mala gana porque trabajaba mucho y ganaba poco

En ese tiempo vino una española a alquilar una pieza, era un matrimonio muy bueno. Un muchacho venía a visitar a esa familia. 

Cuando mi mamá estaba en casa tomábamos mate en la pieza y cuando ella no estaba íbamos a tomar mate con Sara y Angélica a la cocina. Y en tantas idas y venidas, mirábamos a ese muchacho que venía a visitar a la señora española.

Una tarde de las tantas que pasé a tomar mates con mis hermanas Sara y María Angélica, se presenta en la puerta de la cocina el muchacho y nos dice: Buenas tardes…Yo lo miré.

Deseo hablar con usted, dice. ¿Me permite? 

Cuál no sería mi sorpresa cuando le escucho decir: “Si usted me acepta, quiero comprometerme y casarme con usted”

Decidida le digo: Yo no digo ni si ni no, porque no lo conozco. Ni usted a mí ni yo a usted. Este es un paso serio, hay que pensarlo. Además mi mamá no está. Sería mucho mejor esperar a que ella venga.

Y él: Bueno, cuando venga su mamá le dice lo que hablamos y si ella está de acuerdo me espera en la puerta, de siete a siete y media, que yo la paso a buscar.

Bueno, cuando vino mi mamá le di la noticia. Yo no sabía cómo empezar. Primero me miró un tiempito y después me dijo: Esto tenés que decidirlo vos. No tenemos por qué estar todas de acuerdo. 

Le dije que había estado hablando con la española quien me comentó que era un muchacho muy bueno y trabajador y que conocía a la familia de España.

Bueno. Si es así acéptalo.

Lo esperé a las siete y le di la respuesta que esperaba. 

Bueno, me dijo. Yo tengo los lunes francos pero voy a poner un suplente el domingo para que estén sus hermanas presentes cuando yo llegue, porque también quiero comprometerme. Deme ese anillo que tiene puesto que voy a mandar hacer las alianzas. 

Volvió y habló con mi madre y mis hermanas: Señora, si el trabajo me va bien nos casamos en siete meses y si el trabajo va flojo, será en un año. 

La guerra ya estaba declarada y los trabajos difíciles de encontrar. Nos pusimos de acuerdo. Se llamaba Sebastián y era panadero".

57

La gruta del apocalipsis no es la guarida de un faro pero existe y se la puede visitar. Erguida sobre la ladera de una montaña, a mitad de camino entre los pueblos griegos de Chora y Skala, en la isla de Patmos, el misterioso corazón del monasterio late sin cesar. 

¿Quién es capaz de lealtad hasta el sacrificio? 

La última huella del género humano deberá ser una pisada de Juan en Patmos. Nada hubo más leal sobre la tierra como los pies desterrados del evangelista.

Sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la escritura se cumpliera hasta el final, hizo de la profecía la imagen de un enigma.

Ser leal a una fe no es lo mismo que ser leal a un sentido y el sentido es la fe.

Segùn un còdigo que se encuentra en la Biblioteca de Patmos, el nombre original del lugar fue Katapafsis y según la leyenda, Juan recibió un llamado silencioso, invitàndolo a internarse en la caverna.

Como nos pasa a nosotros todos los dìas, cuando voces extrañas nos invitan a meternos en cosas peligrosas y oscuras.

 Todo sitio tiene su escritura y toda escritura necesita su lugar,  aunque casi nunca lo encuentre.

A pesar de haberse levantado demasiadas iglesias, templos y otras construcciones religiosas alrededor de la isla, el texto aún respira beatitud.

Actualmente el pequeño monasterio de la Revelación, (si estuviera en Cuba sería de la Revolución, pero para este caso es lo mismo), puede ser visitado de domingos a viernes, por la mañana. 

Hay que ingresar despierto. De los sueños se encarga la cueva.

Si eres leal a ellos, se cumplirán.

58

Todo hombre, y con mayor razón todo artista, desea ser reconocido. Yo también lo deseo; no puedo vivir sin mi arte. Pero jamás he colocado ese arte por encima de todo. Si me es necesario, es porque no me aparta de nadie y me permite vivir tal cual soy, al nivel de todos. El arte no es a mi parecer un gozo solitario. Es un medio para conmover la mayor cantidad de hombres al ofrecerles una imagen privilegiada de los sufrimientos y las alegrias comunes. Obliga al artista a no aislarse. Lo somete a la verdad más humilde y más universal. Y con frecuencia, el que ha escogido su destino de artista, al sentirse diferente, bien pronto aprende que tan solo podrá abastecer su arte y su diferencia, confesando su semejanza con los demás.

Albert Camus

59

Un poeta nunca es sangre. Puede ser plancton, fluido, plaquetas, derrumbes, pero  sangre, nunca. La poesía necesita de palabras, no de poetas y esto el poeta lo sabe pero no lo entiende. Piensa demasiado en su propia hacienda, en su observación mundana y así contempla apenas la amaestrada realidad. 

A veces, como en el caso de Alejandra Pizarnik, resulta que el vampiro se deja chupar la sangre y entrega su palabra en sacrificio. Ahí la poesía se hace incontrolable y amorosamente infinita. La palabra, no el poeta.

60 las lenguas se atraen

De repente algo en el medio de la noche se movió. Una araña al costado de tu cama rumiando humedad.                                                      

El sistema operativo de esta conjura llamada sueño,

duerme.

El haz de luz de los siglos 

sabe que los tesoros de la memoria son aciertos sonámbulos.

Libros en la calle y en tu mesita de luz.

Tus pies se humectan con una gota de limón y un poco de salvia.

La impía sombra de una rosa aúlla en el caos.

Toda casa tiene secretos. Por eso nunca mates a una araña si aparece por tu cuarto.

Puedo ser yo

61

Para conocer todos los secretos de tu alma, actúa. 

No dejes vacío el escenario ni inclines tu cabeza al amo, solo actúa, porque eso es lo que eres. Un ser especial. Una pieza única que encaja perfecta en el rito.

No llames a un doctor en psiquiatría ni consultes con un sepulturero, solo actúa, procede con tus gestos, brinca con la voz.

Canta y baila.

En el fondo de la noche el hastío se pone pestañas postizas y se maquilla el amanecer.

Entrás a escena desde el mas allá, la mesa está servida. Brinda por eso.

Tu máscara cubre el universo, ese es el origen mágico de la piel.

Afuera no hay lunas ni soles. 

El firmamento es un alfiler.

Actúa. 

Mueve las fichas. Detona el guión. Rompe la pared.

Y cuando termine la función pasa letra en voz baja con tu partenaire. No interrumpas el movimiento de nadie.

La obra que está por comenzar es una parodia que ha llegado a su fin.

62

A mediados de 1849 en París Frederic Chopin le escribe a su hermana Ludwika, que vivía en Polonia, pidiéndole que venga a acompañarlo pues ya se sentía muy mal y sentía la muerte cerca. En octubre ya en cama le pide a su hermana que a su muerte llevé su corazón de vuelta a Polonia. Ludwika logra entrar el corazón de su hermano por contrabando a Polonia, recordemos que en esos años los Rusos tenían tomada Polonia, y por muchos años el corazón de Chopin estuvo con los familiares del compositor. 

 El corazón de Chopin quedó en una urna en uno de los pilares de la iglesia de la Santa Cruz en Varsovia, la inscripción dice: “Donde está tu tesoro, allí está tu corazón”. 

En Abril del 2014, 13 personas entre científicos y autoridades entraron secretamente en la iglesia y sacaron el corazón de Chopin de la urna para revisar el frasco y comprobar su estado. Se constató,al abrirlo, que el alcohol (probablemente coñac) aún cubría el corazón y se procedió a sellar con cera el frasco para asegurar su hermeticidad. Se tomaron más de 1000 fotografías que todavía no se han hecho públicas para su análisis. 

El ser humano es una criatura curiosa pero su naturaleza metodológica de proceder ante el misterio es abyecta.

¿Nadie especuló que tal vez el espíritu de Chopin estaba resguardado es ese frasco, y que al abrirlo, lo condenaron a vagar sin destino por las sombras? 

¿Para que urgar en el deseo de un hombre que solo quería permanecer en su tierra y en silencio?

Cualquier fantasía merece respeto y cuidado. Cualquier fantasma, también.

64

acaso el poder de la soledad sea invencible

el pasado es una mirada que se clava en el corazón de una ausencia rompiendo la inútil razón de los que se hospedan en la lógica del merecimiento

me refugio en una isla desierta del atlántico sur 

puede ser santa elena o martín vaz

allí preparo el sortilegio del mejor guiso cocinado con finas hierbas del lugar, a fuego lento

vos, mi única invitada de honor

la noche tendrá su luna enardecida y el amanecer golpeando la espuma blanca de las olas contra el charco de sangre de la fuente de los pies descalzos

camino por la ciudad buscando el fondo de las cosas

siempre termino encontrándole sentido a un sueño

no me hagas caso

el viento trae un aroma duro, rosado y caliente

tu cuerpo nocturno es un pedazo de luna alumbrando la muda bocacalle, la manzana y la vereda

se deja llevar, te deja ir

yo estaba junto a vos la tarde que hicimos una ofrenda en el río

que todas nuestras lágrimas se queden aquí, dijiste, y te pusiste a caminar

65

Le digo a Herzog que Aguirre tiene que ser un jorobado, porque no tiene que parecer que su poder procede de su físico. Tendrè una joroba. Mi brazo derecho será demasiado largo, como el brazo de un mono. El izquierdo, en cambio, será demasiado corto, de manera que tenga que llevar sujeta a la parte derecha del pecho -soy zurdo- la vaina de mi espada, en lugar de la cadera como es habitual. Mi pierna izquierda será más larga que la derecha, de modo que tenga que arrastrarla. Caminaré de costado, como un cangrejo. Tendré el pelo largo, me lo dejarè crecer hasta los hombros antes que empiece el rodaje. Para la joroba no necesitaré ninguna prótesis, ningún maquillador que me toquetee. Seré un jorobado porque quiero serlo. Igual que soy hermoso cuando quiero. Feo. Fuerte. Endeble. Bajo y alto.  Viejo y joven. Cuando quiero. Acostumbraré mi columna vertebral a la joroba. Con mi postura, sacaré los cartílagos de las articulaciones y manipularè su gelatina. Voy a ser un jorobado hoy, ahora, inmediatamente. A partir de ahora, todo se hará en función de mi contrahechura: las ropas, la coraza, las sujeciones de las armas, las armas propiamente dichas, el casco, las botas, etcétera.

El viaje hasta la selva virgen es un tormento brutal. Viajamos amontonados en trenes vetustos, camiones achacosos y colectivos como jaulas; comemos y dormimos al aire libre como cerdos. Apenas  podemos respirar. Me siento como si estuviera todo el tiempo debajo de una ducha de agua hirviendo. Los habitantes tiran en esa balsa infernal los ojos y tripas arrancados a los animales sacrificados. 

Negras aves carroñeras, del tamaño de perros dogos, se pasean y se posan en ese horror, como si fuera su propiedad privada.

Klaus Kinski  Yo necesito amor. Memorias

66

La aparición de reptiles y roedores que vienen en los camalotes y que llegan a la zona ribereña y a la costa ha provocado mucha preocupación en la gente. Víboras, alacranes y arañas, se suman al martilleo de las anguilas, el denso mosquito del dengue y las insaciables langostas.

La materia que se colisiona y provoca sonidos es milagro vivo y constante, dice Luis Alberto Spinetta, y agrega que las referencias son las ramas de los árboles, las hojas al moverse, los latidos de los animales o las hondonadas de los valles que provocan aullidos.

Como ven, la naturaleza manda y el hombre obedece, respetuoso y construye en su infinita ternura, las respuestas estéticas que le permitan zafar de la disolución y el veneno que le provoca saberse fuera de las estrellas y habitante apenas de un planeta que ha contaminado lo suficiente como para que tenga los días contados, como el de su propia existencia.

Armonías de grupos vocales a veces producen la emoción del silencio. Ese que, como el sol, es capaz de generar explosiones huracanadas para lograr al fin, un abrazo alrededor de la vida, un guiño al ser, una brazada de río al espíritu, a pesar de la condena que nos producen los ciclos metabólicos del liberalismo argentino, verdaderas langostas y alacranes de nuestra historia

67

“Conquistar es propio de una mente de conquistador y eso no es lo mío. Nunca lo fue. Yo solo creo ser capaz de conquistar pero a un nivel muy efímero. La idea es mostrar mi música para que agrade sin la finalidad de vender nada. Que me vean y saquen sus propias conclusiones.

Surrealismo es una palabra práctica que globaliza, pero todo argentino que se parezca un poco a Spinetta sufre el hecho de vender poco, aunque tenga una obra trascendente. Es un bien y un mal, pero de manera automática deja de vender y muchos no están dispuestos a la clandestinidad porque quieren un éxito palpable. También yo lo he querido, pero ya no. Me importa poco si me llega o no en esta vida. Lo importante es que el alma vibre al escribir y que pueda ser una contraseña para otras generaciones futuras.

Nuestra situación es un pequeño espejo del mundo. Reflejo de que ahora triunfa la comida basura, el éxito rápido, el artista de reality show barato. Es una ecuación utilitarista planteada por las compañías discográficas, que están más interesadas en llenarse los bolsillos sin ver cómo ni por qué. Mi futuro es poder seguir escribiendo con intensidad. Mi forma de paliar el desastre es una forma heroicista de combatirlo. Es mi trabajo y mi amor, y no me importa mucho si reviento o me arruino mañana. Es un gran honor y a la vez un gran desafío destruir mi propio mito. Que pase del estado de la idealización al estado de la carne que está encima de la tarima”.

Extraído de una entrevista a Luis Alberto Spinetta, publicada por Carlos Fuentes en Diario de Avisos, España. Junio 2002.

68

Shams quedaba en la Av Federico Lacroze al 2100. Aquel recital fue inolvidable. Gustavo Spinetta se debe acordar porque en un momento se le acercó Javier Martínez a decirle que no podía creer que Luis Alberto estuviera tocando Para ser un hombre más, en vivo. Después del show pasó algo increíble. El flaco nos invitó a su hermano y a mi a su casa de la Av Elcano. Y hacia allá fuimos, subidos a un auto que manejaba el mismísimo Luis. Muchas veces, después de los recitales, cuando me volvía a Villa Urquiza con el tren que tomaba en Retiro, mientras me tomaba un licuado y comía un sánguche de milanesa, fantaseaba con la pregunta: ¿qué hacen los músicos después de tocar? Ahora tenía la respuesta delante de mis ojos. 

Estamos adentro de auto y Luis le mete pata. ¿Cómo hace para manejar así después de haber tocado y cantado durante casi dos horas? Debe ser un cable a tierra, como dice el tema de Fito, pero el quía no baja el pié del acelarador. El paisaje barrial me hermana con este viaje sideral. Son los barrios de mi infancia, conozco esas calles, cada esquina es una carta de amor, una pitada de Colorado, un encuentro sincero. Estoy sentado atrás, no deja de asombrarme la rapidez con que pasan los árboles.

Tengo la ventanilla abierta, el viento es generoso con mi cara. Hay mas gente en el auto, seguramente alguno de sus hijos. Cuando bajamos, la madrugada silenciosa se deja oir. Sin embargo yo escucho otra cosa. Son canciones que vienen de un eco lejano y perdido, donde el tiempo no tiene lugar.

69

Me muevo en lugares peligrosos, habito ámbitos oscuros, llenos de chorros, putas, gente de poca monta y ortibas lenguaraces que venden rifas donde el premio es una encamada con la muerte. 

El sol es una orgía de sombras y el mejor recuerdo que tengo es una rata desafiando a un curda a las tres de la mañana en la equina de Moreno y San José. El curda era yo

Pero no me quejo. Mi bronca es otra cosa. Mi bronca es no poder vivir de la música, no saber escribir mejor, un poco mas despacio y no todo de corrido. 

Pensar, amasar las palabras como se debe, porque la palabra es pan, el pan nuestro de cada día, pan que el fuego asó en el horno de barro de tu cuerpo que no para de pestañear las migas del sueño de lo que nunca seremos. 

Vos tampoco te quejás. Tu espíritu se hunde en la hoguera y alimentás la hoguera con tu espíritu. 

Porque hay que meterse en el subte todos los días a las cuatro de la tarde. 

Algo te devora, algo te corroe, picos de mugre, siestas de chirridos y frenadas como si el alma del búfalo Funes volviese reencarnada en orsai.

Escucho tu voz quemarse viva en el fuego de la crucifixión de la carne después de un polvo-plasma. 

Escucho tu voz decirme cosas al oído como “te odio cuando respirás así” o “jadeas como una hiena”  pero el animal de tu sexo hermafrodita me calma, me acuna y me alimenta. 

Tu animal hembra que me aleja del diablo, tu animal que me muerde el cuello, me arrastra por el piso y me salva de caer en un nido de víboras y ser mordido no por ellas sino por vos, envenenándome tanta servidumbre.

Veneno de mi piedad.

Nube de sangre. 

Ah! Si al menos pudiera escribirte una carta para que leas una y otra vez lo que siento por vos.

Pero lo que siento por vos no tiene palabras

70

Still I rise (Y aun así… yo me levanto) 

Tú puedes escribirme en la historia

con tus amargas, torcidas mentiras,

puedes arrojarme al fango

y aún así, como el polvo… yo me levanto.

¿Mi descaro te molesta?

¿Por qué estás ahí quieto, apesadumbrado?

Porque camino

como si fuera dueña de pozos petroleros,

bombeando en la sala de mi casa.

Como lunas y como soles,

con la certeza de las mareas,

como las esperanzas brincando alto.

Así, yo me levanto.

¿Me quieres ver destrozada?

Con la cabeza agachada y los ojos bajos,

los hombros caídos como lágrimas,

debilitados por mi llanto desconsolado.

¿Mi arrogancia te ofende?

No te tomes tan a pecho

que yo ría como si tuviera minas de oro,

excavándose en el mismo patio de mi casa.

Puedes dispararme con tus palabras,

puedes herirme con tus ojos,

puedes matarme con tu odio,

y aún así, como el aire, yo me levanto.

¿Mi sensualidad te molesta?

¿Surge como una sorpresa

que yo baile como si tuviera diamantes

ahí, donde se encuentran mis muslos?

De las barracas de la vergüenza de la historia,

yo me levanto.

Desde el pasado enraizado en dolor,

yo me levanto.

Soy un océano negro, amplio e inquieto,

manando,

me extiendo, sobre la marea,

dejando atrás noches de temor, de terror.

Me levanto,

a un amanecer maravillosamente claro,

me levanto,

brindado los regalos, legados por mis ancestros.

Yo soy el sueño y la esperanza del esclavo.

Me levanto.

Me levanto.

Me levanto.

Maya Angelou

72

 Juan Carlos Prestes fue un militar revolucionario brasilero que en 1924 participó en la insurrección de los tenientes y luchó contra el ejército hasta 1926. Después fue designado secretario general del Partido Comunista, y posteriormente encarcelado (1935-1946). 

Yo, prestes a cumplir 60 años, me pongo a reflexionar sobre el word de mi notebook sabiendo que cualquier movimiento inadecuado de cualquiera de mis pachuchas articulaciones borrará inmediatamente todo lo escrito (me ha pasado infinidad de veces) y yo volveré a maldecir este sistema obsoleto que no guarda automaticamente las cosas, bendeciré al lapiz y al papel pero igual seguiré, obstinadamente, escribiendo sobre este soporte insoportable tratando de amalgamar palabras que puedan expresar el agradeciemiento que siento por estar vivo, a pesar de toda la hijadeputez que nos rodea.

Tiene razón Oliver Sacks, una y otra vez tenemos que repetirnos en el fondo del alma la maravillosa experiencia de la que no has tocado ser protagonistas: la aventura de vivir.

Cada uno de nosotrxs obra de dos autores y autores de una sola obra

Cada uno de nosotrxs portadores de una novedad, de un principio y de un final, pero sobretodo enormes criaturas llenas de coraje, temor, dulzura y descontrol.

Allí donde nos toque vivir, bajo el momento histórico que nos toque actuar, habiendo fecundado la tierra madre y habiendo visto a esa mismísima tierra tragarse a nuestros amigos, a nuestros padres, aprendemos de ese sacrificio moral tornándonos más sabios, menos nimios. Por primera vez las lágrimas duelen.

Y los soles pasan, las lunas crecen y un día nos roza el ala insomne de la libertad para desprendernos el último arnés que nos ataba al  cautiverio y ya nada vuelve a ser como era.

Es como si se juntaran dentro de una burbuja todos los trips, todos los hongos, todas las drogas consumidas en una síntesis acuosa pero maleable y estallara de pronto frente a nosotrxs. Plaff!!

Entonces se encienden los sentidos. Aparece la belleza inexplicable. 

Todo tiene una tensión estable.

Pensar es algo mágico.

Una perpetua insurrección

73

El oxígeno que respiras llena tus pulmones de inmensidad

La garganta encuentra su modulación con el sonido que produce 

Un soplo de aire cuando entra al cuerpo 

El viento de la noche se hunde en el mar de tus ojos negros

Marcando una tibia pincelada de hierro y miel 

En el camino de la enredadera

La oscura memoria, respiración jadeante, permanente y sentida

Es un recuerdo despejado que se desvanece en la luna

Expiramos las sobras del fuego

Y volvemos a arder hinchando los alvéolos de soles quemados

A una velocidad cercana a la de la luz

Será siempre así.

pródiga en luces

la noche invita a los que se fueron con una copa de vino

el otoño es a buenos aires

lo que moby dick al mar

abrazo estampida de un recuerdo

que nos lleva a lugar donde reposa un color que devino tango

bajo la lluvia o cruzando la calle

la tormenta deshace crema de enjuague sobre las alcantarillas

buscando un gran amor encontré una gran actriz

ensayando no se qué

café o cogñac? dijo ella

siempre elijo cuando las opciones son al menos 3

pude ver detrás del vidrio a una florista remojar fresias

mientras el mozo distribuía las copas con desdén

para satisfacción de un croto que examinaba nuestros movimientos

sin apuro

ahora estamos rodeados de edificios que se apagan

y lejanos ladridos de perros que no son perros

no hay sangre ni radios encendidas

apenas la música que brota de su boca

cauterizando mi corazón de otras vidas

se que nunca amanecerá

nunca pero nunca nunca

siempre será oscura la mañana de este amor

amigo de las lunas

y de los soles marchitos

74

Para conocer todos los secretos de tu alma, actúa. 

No dejes vacío el escenario ni inclines tu cabeza al amo, solo actúa, porque eso es lo que eres. Un ser especial. Una pieza única que encaja perfecta en el rito.

No llames a un doctor en psiquiatría ni consultes con un sepulturero, solo actúa, procede con tus gestos, brinca con la voz.

Canta y baila.

En el fondo de la noche el hastío se pone pestañas postizas y se maquilla el amanecer.

Entrás a escena desde el mas allá, la mesa está servida. Brinda por eso.

Tu máscara cubre el universo, ese es el origen mágico de la piel.

Afuera no hay lunas ni soles. 

El firmamento es un alfiler.

Actúa. 

Mueve las fichas. Detona el guión. Rompe la pared.

Y cuando termine la función pasa letra en voz baja con tu partenaire. No interrumpas el movimiento de nadie.

La obra que está por comenzar es una parodia que ha llegado a su fin.




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