Espiritismo

Atesoro un libro que le pertenecía a mi abuela Delia Galeano, seguidora de Allan Kardec, que sabía leer, escribir y hasta tocar el violín. Dicho libro se llama “La curación por el espíritu” y lo firma Stefan Zweig.
El nuevo film del cineasta norteamericano Wes Anderson, El gran hotel Budapest, que inauguró la pasada edición de la Berlinale, intenta capturar la atmósfera y el estilo de las novelas de Stefan Zweig. 
Por más que Wes Anderson buscó en los archivos de la Biblioteca del Congreso un hotel donde rodar, no pudo encontrar uno que siguiera en pie desde los años 30. Pero todas las fotos que vio le sirvieron de inspiración para crear su propio Gran Hotel Budapest: una maqueta de casi tres metro de alto que construyó en los estudios Babelsberg de Berlín y así producir una  película para mi, inolvidable.
Entré al cine sin saber nada de estas historias pero cuando en el final aparece el  nombre del escritor austríaco muerto en Brasil, me estremecí.
Cuando esta noche nuevamente lea el libro de Stefan volveré a encontrarme con historias del Mesmerismo (la curación por intermedio de imanes) y otras aventuras del conocimiento mientras intentaré establecer coordenadas que me lleven a entender porque antes de entrar en el cine, hablando con una querida amiga sobre hechos sobrenaturales acaecidos en una casa que ella estuvo habitando, le recomendé (recordando aquel libro) la portación de algún imán para enfrentar dichas fuerzas ocultas.

El cine, la literatura y la vida encierran secretos que se abren a la luz de los pequeños párpados, como los de mi abuela Delia o lo de mi amiga embrujada.


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