La tierra es para nosotros un lugar donde hemos de vivir, donde hemos de resignarnos a ver, oír y hasta obrar, ¡por Dios!; respirar hipopótamo muerto, por así decir, y no ser contaminados. Y allí, ¿no lo ven ustedes?, entra en juego nuestra fuerza, la confianza en nuestra capacidad para abrir un modesto agujero donde esconder lo esencial, nuestra potencia de devoción, no para uno mismo, sino para un trabajo oscuro y aplastante; y eso es bastante difícil.

Joseph Conrad (El corazón de las tinieblas)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Del buen amor y otras desdichas